Silencios. Miradas de quita y pon. Escuchas sin canon. Codazos sin perdones. Músicas descontextualizadas. Gritos indebidos. Pasajes de lo urbano. Ensoñaciones sin remedio. Imaginación al poder... Un suma y sigue de bajo coste el del transporte urbano. Ante la ausencia de realidad metrosférica hay que conformarse con autobuses de paso ligero. Y ni con esas me convence el sistema, porque el submundo del usuario busístico deja bastante que desear. Años en asientos de mala muerte y tiempo perdido en idas y venidas a lo cercano y lo lejano tienen la culpa de mi animadversión.
Hoy tras muchos andares, encuentros de lo inesperado y lo deseado, besos de cumpleaños, presentaciones con interés, charlas becadas sin pecado y un batido golosón, me convencí de subir a un cuatro ruedas de las calles y los barrios para volver a mi territorio sin más dolor que el del corazón, del todo integrado. Subido en el autobús no pude evitar imaginarme las vidas, miserias, fantasías, entornos, ilusiones, tristezas de los compañeros de viaje. Siempre he confiado en la realidad de los desconocidos, muy rica cuando uno hace un guión e incluye puntos de giro sin pedir permiso. Seguro que yo también soy fuente de esas elucubraciones ajenas. Sería curioso saber qué llegan a perfilar de mi ser con una impresión de asiento próximo.
Y por mucho que el trayecto sea corto mi mente se empeñó en dar vueltas y recuperó la teoría de los seis grados de separación, que defiende que a las personas nos separan como mucho otras seis en nuestro entorno social. Cada vez me resulta más realista, sobre todo en esta ciudad pañuelo que de poco esconde. Aunque los armarios sobran e inquilinos con ganas de cohabitar más...
Prometía hablar de Misses pero creo que las teclas se inundarían de bilis. Y en un día en que se anuncia la muerte del tomate no quiero usurpar un papel que otros tan bien hicieron suyo. Suerte compañeros en paro. Siempre os quedará salir a las calles a perseguir a los famosos micrófono en mano y no desde el altar de un plató o una redacción búnker. El tiempo nos pone a cada uno en nuestro sitio. Y el autobús nos deja en nuestro destino. Tarde, pero cumple.
5 comentarios:
Holitas Sergio!
No sabes como me identifico con tus historias en los autobuses. Siempre he querido disertar sobre esa ida. A mi me pasa que cuando viajo entre tanta gente me surge mi teoría del "me importa un huevo", que consiste en que cada una de las personas de un lugar está viviendo una historia, un suceso, un amor, un miedo. Para él, esa historia es la única, la peor o la mejor, la más dura o la más bonita y le importa un huevo la de su compañero viaje.
Por eso yo ahora, cuando estoy en lugares públicos, como no sigo mi propia teoría, ya no me fijo en las caras. Porque me resulta demasiado duro lamentarme de mi vida viendo a gente que "parece" estar mucho peor, o lo que a veces es aun peor, mucho mejor...
Piensa historias guapo, que nos debemos 3.
Jajaja me encantan las teorías de Leticia porque siempre se cumplen... jajaja
Lo de los buses está fatal, pero si no fuera por (f)alsa nunca hubieramos pasado tanto tiempo juntos... me quedaré con este apunte positivo de las experiencias buseriles
Un abrazo viajero!
Lo tuyo con el transporte público no tiene nombre... Claro que después de pasear con una Blythe, bajar a la realidad es duro. Sobre todo por los baches.
Siempre nos quedrá aprender a volar
Ya sabes que soy pro transporte público y, como dice semisueca, si no fuera por los buses, cuántos grandes momentos universitarios hubiésemos perdido...
Yo también me imagina la vida de los otros cuando buseo, paseo, metreo y demás modos de teletransportarme... Invento historis truculentas, divertidas, incluso se me han saltado las lágrimas alguna vez. Pero esta costumbre me da miedo, porque si yo saco esas historias con sólo una cara, un gesto, una conversación entrecortada, ¿qué guión escribirán de mí los que se crucen conmigo? ¿cuál será mi historia?
pero han cambiado los horarios y no es por quitar magia a este momento pro estudiantil pero no hay dios quien pare a veces de gente y os lo dice una que lo coge todos los días.yo si me fijo en la gente, no lo puedo evitar, mi vena frivola en modelitos y demás y el resto de mi ser, imaginando que es lo mio.el tomate es un programa que nadie veía pero del que todo el mundo hablaba y con unas audiencias...........pero la verdad para oir sermones me voy a misa que me sale gratis porque no gasto luz,jejjeje.
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