Hay volveres difíciles. Más cuando no se han vivido cosas precisamente buenas. Por eso cobra especial importancia que, de pronto, un detalle haga especial un regreso. En esas estoy, entre reencuentros de un lugar que ya me es habitual pero que siempre logra arrancar un pellizco por lo que fue y no. En unas calles donde me pierdo gustoso, donde aparto vergüenzas y tonterías varias para no ocultar mi verdadero yo. Y lo que es mejor, donde los ejercicios de rodearse personal y emocionalmente me hacen crecer. Es precisamente lo que necesito en un momento de estancamiento, de dudas, de estrés macerado.
El saber que personas ni te cuestionan ni te observan con lupa, es más, te dejan hacer y decir, reír y desvariar sin dobleces me tranquiliza. Aquí consigo desconectar de ese día a día tedioso y casi programado que limita a cualquiera. Aunque los límites sean autoimpuestos desaparecen. Con todo y eso, uno quiere construir un presente así, no sólo limitarse a instantes de un conjunto. Lo intentaré por mi propio bien.
1 comentario:
No te engañes. La lupa la pones tú, siempre, pero en algunos "espacios" te ves mejor que en otros y, por consiguiente, te importa menos qué piensen de ti. O me dirás ahora que no montaste el show flashmov? jjajajajaj
Anda, nene, que te adoro!
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