Lo juro. Pisé aquél asfalto. Barrí aquellas baldosas roídas. Compartí espacio-tiempo con él. Y con ella. Para tantos era sólo un número. Para mí sólo un perfecto desconocido abriéndose al mundo, al vivir. Era presente y lo siento tan pasado... Por agua, en ocasiones de lágrimas. Por sangre, de caídas tontas. Por diccionarios de palabras estimulantes. Ajeno a preocupaciones. Inocente por contrato. Un corazón en oferta. Unos ojos inquietos. Tanto era que no era nada. Ni nadie.
Hoy escalo la montaña de los recuerdos y una niebla intensa tapa la inmensidad. Negando momentos, borrando personas. Incrédulo biógrafo. Peor ensayista, siempre coqueteando con el error. Y el horror de tantos hechos frustrados, violados, aislados. Corro con miedo, a que me alcance ese retal, el del olvido. El que me desnuda y hiere a piel. Sin argumentos. Desarmado. Desahuciado ante tal descontrol.
No hay cheque en blanco desprovisto de intenciones. Ninguno tan irresistible para afrontar la catarsis. Para saltar a un vacío que son muchos. Vencido por la cobardía, perdido en el callejón de cero melancolía. Reniego de entonces, desconfío de mañana.
2 comentarios:
Recuerdos de sangre, de agua y de caídas... recuerdos dolorosos... pero, al fin y al cabo, recuerdos que deben servir para aprender, no para desconfiar.
Siento pelearme con los recuerdos y es inevitable que me recele con muchas circunstancias. El pasado pesa.
Gracias Septiembre por ser un mes tan especial...
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