Hay miradas que se cruzan en tu camino y entonces te das
cuenta que detrás está un corazón del que no puedes (ni quieres) alejarte
nunca. Nuestra historia fue un clásico de menos a más. Compartimos entorno
laboral siendo insultantemente jóvenes sin apenas contacto, pero tuvimos una
gran mediadora que hizo la suma perfecta (una vez más). Al principio apenas
coincidimos ni reparamos el uno en el otro. En realidad, no recuerdo el momento
en que todo cambió y nos unimos sin remedio. Sí que un buen día me recogió
maleta mediante para iniciar un sueño del que desperté demasiado pronto. Otra
historia que prefiero no recordar. Se trata de ella. Se trata de mí. Se trata
de nosotros. Desde bien pequeño confié en la amistad como ese faro que guía,
ese querer elegido que te hace más fuerte. A su lado todo parece fácil, incluso
los males que nos ha tocado compartir son menos. Siempre dispuesta, cercana,
cabal, por mucho que tuviera que hilar un discurso de los que voltean y hasta
escuecen.
No entiendo ser sin nuestros momentos cómplices y
compartidos con otra tanta gente especial. Podríamos protagonizar una serie de
muchas temporadas, porque nunca faltan las tramas. Creo que ambos hemos sabido
rodearnos y crear esa familia no de sangre que incluso funciona en mezclas que
cualquiera diría imposibles. Sin olvidar el papel de los nuestros, el cariño de
idas y venidas que nos hace disfrutar desde un menú improvisado a una escapada
al paraíso en las montañas. No nos callamos los te quieros, aunque hasta en
silencio sepamos que el hilo invisible nos enrolló para siempre. Admiro su
talento, esa capacidad de organizar con sentido(s) y crecer en un mundo de
corbatas e ínfulas. No necesita más que ser ella misma para conquistar y
demostrar tanto con tan poco. Hasta en el otro lado de la cámara sentí esa
conexión, por mucho que se empeñara en mirar al suelo. Supera al tópico y sí,
es más guapa por dentro que por fuera y eso que era difícil superarse.
Me encanta descubrir su ejemplo hasta en lo cotidiano y
celebrar su felicidad. Ha sido todo un honor ser su acompañante oficial por
mucho tiempo hasta que el destino quiso jugar y traer del ayer a un hombre de
altura para la suya. Porque el querer (romántico) sorprende, pero no puede
esquivar a una persona tan única y generosa. Mi amiga, mi apoyo, mi todo.
Llegas a una versión 4.0, pero los números son lo de menos cuando la matemática
trata de latidos. Y contigo se llega a infinito. Decir gracias me parece poco.
Diré siempre y lo haré entregado a seguir escribiendo este tú y yo.
¡Felicidades! ¡Felicidad (me) das!
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