Quién dijo que un corazón sin dueño no merece un latido. Alguien descorazonado, seguro. Lo más grave de todo es que el latido exista, el objeto de deseo también pero la imposibilidad tiña de negro la ilusión. La negación de tu inclinación amorosa, fortuita acaso, pero reveladora, doliente, indómita. Por mucho que quieras entrar en la lucha, dar el todo por un algo emotivo, el sentimiento racional impide el lanzamiento o piscinazo. De ahí que las palabras se agazapen, que los besos se diluyan, que la pasión se cristalice para romperse en cero coma.
Su mirada lo dice todo, o la nada más absoluta. Sus gestos delatan su autenticidad. Su ser en calma inquieta y promete. Sus palabras cual susurros estremecen. Su silencio paraliza. El todo hace que el querer vaya en suma. Pero el NO queda reflejado en el rincón más íntimo. O puede que la duda dispare meteoritos del yo ansiado. Quizá nunca lo sepa.
Sentado en su lugar, el mismo que no abandona, como huidizo y sin voluntad, dejado llevar pero con súbitos impulsos, renueva lo cotidiano. Impregna de verdad alterada lo que pudiera ser un drama a dúo sin serlo.
Un, dos. Un, dos. La matemática inversa, más bien perversa, niega tantas cosas. Momentos, contextos. El ser en otro o con él queda relegado a los dioses, también -osas, del apropiarse sentimental. El resto esperan una inclusión a tiempo. Una respuesta. Un milagro.
No lo verá ni DioS.
1 comentario:
Querido amigo, aveces es complicada al vida y a mi se me da fatal dar consejos o decir lo que al gente debe hacer.
Sólo puedo decirte que si necesitas algo que ahí estaré.
Tienes mi cariño, comprensión, amistad, paciencia, apoyo, en resumen una amiga, con lo cual decirte que si encesitas un abrazo(no roto) un cine, un kebap, un lo que sea ahí estoy.
Siento no poder hacer más.
Mil besos.
Te quiero
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