No corren buenos tiempos ni para la lírica ni para el amor. Por mucho que en unos días un santo habitual de los centros comerciales pase por caja. Que puede ser roja o no, cargada de pétalos o de chispazos. Pero más allá de una fecha y de una convención, lo que debe vencer es el sentimiento. Un sentimiento que muchas veces cuesta poner encima de la mesa. Un no nunca es plato de buen gusto. Nadie nos preparó para el fracaso, menos en lo que a emociones se refiere. Y así nos luce el pelo, que no sabemos gestionar el duelo por una ruptura o por una indiferencia.
Algo tan bonito y sensorial como el querer, que nos mueve, inquieta, paraliza... suele sobrepasarnos. Es difícil gestionar ese caudal de vuelcos de estómago, de gestos encendidos, de miradas cómplices... Es difícil que dos palabras simples pero con contenido infinito como un te quiero íntimo y desnudo salgan de una boca que busca otra. Todo sea por fundirse y complementarse por los restos. O no.
El principal problema de las cuitas amorosas es que no sabemos limitarnos. Que nos echamos a la piscina, incluso vacía. Que no sabemos controlar el flujo emocional, las ganas de verse en dos, de sumar en cariños, en complicidades... Quizá el tiempo nos enseñe o una pareja que nos abra los ojos y haga posibles las largas tardes de momentos perdidos, de silencios nada incómodos, de ojos tiernos, de palabras para encuadernar. Ojalá. Te sigo esperando...
2 comentarios:
Y llegará... Cuando menos lo esperes, llegará.
y valdrá la pena esperar.
Aunque nos sorprendamos esperando varias veces y en diferentes tiempos...
seguro que vale la pena.
Geniales tus textos, tu blog.
Un saludo
Publicar un comentario