El momento me supera. Es lo que tiene la indefinición, la duda, la incógnita, el no saber. Alguien decididamente me ha encaramado a la cuerda floja y ahora soy yo quien debe mantenerse a la suerte. No lo tengo claro, el balanceo me inquieta. No veo más allá, espero y desespero por momentos. Es injusto que se juegue con las ilusiones, el esfuerzo, la entrega y la pasión desmedida por algo que otros consideran accesorio, fútil, hasta freak. No quiero permitir que mentes acomplejadas y ridículas impidan mi bienestar. Que otros se antojen marionetas, que se deshilachen por interés, no significa que todos caigamos en ese error.
Invoco al tiempo para que me recoloque como merezco. Inquilino de un espacio-tiempo fructífero, donde crear y soñar despierto. Cohabitando con otros infelices persiguiendo su felicidad. Construyendo un castillo de naipes sólido frente a los destructores destalentados. Ellos lejos, en su refugio de la negación, la mentira y la intriga. No queremos ser más víctimas a sus pasos. No lo permitiremos. El equilibrio es nuestro ejercicio. La caída ¿la consecuencia?
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