Sale el Sol. Altanero. Con su estilismo de rayos y rayas. Hedonista generoso. Inmóvil pero grácil como un bailarín inquieto. Arrebatador. Esperado por esquivo. Cómplice enarenado. Húmedo en el cuerpo a cuerpo. Ya fuera por mares o sudores varios. Tan versátil que se hace calle. Sin callar. Dando ritmo y colores a su caída triunfal. Miscelánea de gentes, pasos, besos y vasos. Una regresión blande la espada. Mientras un infante emula con su ídem made in China.
Parejas bien entendidas, otras desparejas son ejemplo de abandono feliz del sofá. El target Ikea se airea. Ejercita su underground entre tantos. Contonea arrítmicamente su ego. Aplaude una voz que merece más de tres letras. Cuando la versión voltea auténtica. Pesadilla Gaga que abre el telón a la lentejuela. Taconeo orgulloso de bucle infinito. De carnes expuestas que ponen o imponen, según. La cadencia sube el guapo, enciende corazones y otros grupos musculares o tejidos a compartir.
El arcoíris resuelve la fantasía. No hay edad, sólo verdad. El suelo es cómplice, el cielo testigo. El calendario marca domingo. La mirada no entiende de días. El Orgullo es más que una fecha. Y el Sol no se llama Lorenzo. Si no me crees pregúntale a la Luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario