Subo a mi nube. Desde aquí me siento seguro. Contemplo la realidad con una mirada más limpia, menos contaminada. Las prisas nos impiden tanta reflexión necesaria. En lo más alto las sombras son más alargadas y las mentiras más increíbles. Confiamos en nuestro universo, nuestros adyacentes, queremos creer en la autenticidad de las sonrisas hasta sentir el golpe seco de la hipocresía, las ausencias, el silencio. Por eso me gusta ascenderme hecho de metáforas, para rastrear mi propio yo. Soy en suma, pero debo asumir mucha resta para obtener mi resultado más óptimo. Uno no se acostumbra a encajar decepciones, sortear ataques ni guardar el luto de quien un día fue y hoy se reduce a cenizas del ayer. El tiempo actúa como terapia y mi nube como refugio. Saludo a mis vecinos, sus caras son el espejo de almas curadas. Espero que pronto me den el alta.
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