Seré frívolo, nostálgico,
insensible o absurdo. Pero estos días la noticia que más me ha inquietado ha
sido el adiós a los Kojak de sabores, las piruletas de corazón y los
Fresquitos, productos más que dulces de la marca Fiesta S.A. Y es que han sido
cómplices de mi infancia y más allá, porque nunca me he resistido a terminar
con la lengua coloreada. Muchos recuerdos van asociados a estos productos de
palo de papel. Me encantaba morderlo con ahínco y deshacerlo, poco a poco, para
después romperlo en mil pedazos. Me vienen a la cabeza días de cole. De esos
que salía con prisas y tenía las monedas recontadas para comprar ese capricho
de caramelo. O tardes de vacaciones, sin más obligación que matar el tiempo con
burbujas de chicle. Y cómo no, la mezcla picante y refrescante a la vez del
pica-pica, con ese dedo inquieto que apuraba cada esquina del envoltorio. Siempre
me pudo la ansiedad con los Kojak. Devoraba los de sabor Coca-Cola, la chispa
de mi vida. Quería apurar el caramelo al máximo para después disfrutar del
chicle explosivo, pero me era imposible. Acababa mordiendo el círculo sabroso y
elaborando un chicle a base de tropezones genuinos. Es curioso cómo nuestra
vida está marcada porque pequeños grandes detalles como estos. Cómo nuestra
memoria asocia una marca, un objeto, una frase a nuestra verdadera esencia. No
quiero que me arrebaten esta fiesta sin bolas de discoteca ni guirnaldas
multicolor. Las nuevas generaciones se merecen festejar con unas 'gominolas'
auténticas, diferentes, divertidas, a la vez que clásicas. Que alguien rescate
a nuestros amigos y nos permita volver a ser niños una y otra vez. Querida
Raffaella reivindica esta Fiesta, tan fantástica que seguro volverá a ser
rentable.
Última hora. Leo que desmienten la noticia y mi alegría es enorme.
Continúa la producción y no habrá despidos. Por supuesto, pienso celebrarlo.
Atracón de Kojak, Fresquitos y piruletas de corazón... ¿Alguien quiere?
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