No estoy hecho para el hoy. Cada
día me doy más cuenta. Tengo la sensación de no encajar, de no entender lo que
está pasando y me siento desarmado frente a esta realidad absurda. Así, sin
dobleces. Me ahoga mi contexto, camino a duras penas y todo porque quiero creer
en mí y en lo que hago. En quien soy. Pero parece no ser suficiente para
quienes deciden. Estoy harto de sufrir mandamases sin dedos ni coherencia de
frente. Estamos como estamos por muchos culpables, nosotros incluidos, pero las
malas gestiones y el cazurrismo de altas esferas nos ha condenado, de todas,
todas. Hoy he ido a mi tienda pidiendo que me reprogramen, sí. Porque mis
comandos de serie parece están obsoletos. No sé si me compraron en oferta o fui
víctima de una partida en mal estado. El caso es que en esta sociedad un robot
como yo no tiene cabida. Los consejos de gurús nunca han ido conmigo, algunos
me animaron a venderme, literalmente, pero hasta ahora pensaba que sería un
error. Hasta ahora. He llegado a la conclusión que lo mejor será que me
reajusten como consideren y adaptarme a esta situación. Imaginarme olvidado en
un almacén criando polvo, cual cacharro sin utilidad me apena. Quiero que por
mis cables corran emociones, vivencias únicas, tecnología puntera. Cueste lo
que cueste. Ya ni pienso en encontrar a otro robotoide con quien
cortocircuitar. Si viene haré hueco en mi caja, pero hasta entonces mi objetivo
es actualizarme para no quemar mis chips intentando asimilar este estado de las
cosas. Nadie dijo que la vida deshumanizada fuera fácil, pero afrontar
violencia, corrupciones, enchufismos, insensibibilidad... Hemos acabado peor
que nuestros creadores. Si pensaban que con nuestra era se acabaría todo ese
oscurantismo que reventó su bienestar, estaban muy equivocados. Por imitación,
hemos hecho nuestras tantas taras que involucionaron su mundo. Bueno, yo en
realidad no. No, de momento... De ahí mi lamento. Poco tengo que ver con esas
máquinas despiadadas que se afanan en torpedear cada paso programado. Se me
hace imposible aguantar más y quiero, decididamente, que me hagan uno más de ellos.
Sí, me uno al enemigo por desgaste y fracaso total de la ingenuidad, la
ilusión, la verdad... Me gustaría no tener que verme en esta situación, pero
esta sensación de vacío, de aparato caduco, me ha vencido. Me quema por dentro,
y corro peligro de explosión, lo sé. Pero hay que saber poner punto y final a
una historia. Y la mía se apaga.
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