La rueda de los días. El estrés de lo cotidiano. El continuo que no para. Y así hasta que llega el parón. Ahora en forma de puente. Necesaria toma de aire, aunque tiempo de aburrimiento supino para un sin vida tal yo. Más allá de eso, es cierto que en la vorágine del tiempo no queda apenas otro para dedicarse al escape propio. Por eso esta dejadez repentina de estos contextos que han sido tanto en esta y otras épocas. Como la válvula necesaria para huir de la realidad o jugar con ella. Aunque sería injusto si me quejara de algunas realidades que me conforman. Afortunado soy por desempeñar una profesión tan fluctuante pero apasionante. Con la opción de conocer y llegar a tantas personas. Esta semana transité desde el dolor ajeno, a la cercanía de personas grandes que caminan con humildad, o entre quienes dudan de sus palabras y construyen discursos que ya quisieran los parlamentarios previopago. Es una riqueza que cala hondo, aunque no siempre tenga efecto inmediato, pero sale a flote cuando menos lo esperas. Momento en el que no sólo te sientes útil, sino que entiendes la utilidad de tantos retazos que puede pasaran exprés, pero que sedimentan para crecer en positivo. Gracias a quienes me ayudan en todo ese proceso.
En la ciclotimia de mis días no quiero olvidar a quienes se quedaron sin nada y se merecen todo, unos vecinos explosionados por la realidad sin control y que entre llamaradas dejó paso a la desolación. Ánimo o más. Tampoco de esos amigos que dan tanto sin pedir nada. Que entre silencios o ausencias saben estar. Que cuando retomas el tiempo perdido, éste nunca existió. Ayer, sin ir más lejos, tuve ocasión de practicar la revuelta cercana con MissU en un concierto grande en su pequeñez. Tras entrevistar a Ana Lann sabía que no me defraudaría con su música, aunque hasta entonces fuera una completa desconocida para mí. Con sus palabras, su sentido melódico, sus ojos que saben a-mar, caí rendido. En especial con un tema, Ex, que bien merecemos los dolientes por amor. Magia musical en dosis sin fin, con una voz cálida y atrapa sueños. De matrícula. De honor.
Y así, con el sentido de la tragicomedia de la vida seguimos el camino, con nuevas paradas que nos hagan vibrar. Siempre hay luz aunque a veces nos tapemos los ojos. Antes o después nos reubicamos y encontramos esa senda que nos merece o pertenece. Lo mejor será llegar a ella con una sonrisa, porque las lágrimas ya brotan solas y circulan voraces. Que el tiempo sea con vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario