No hay mejor catarsis que el contexto explayante. Así que sí, lo reconozco. Últimamente he visto una marea humana de hombres en carnes magras y con cariños a repartir a domicilio. Pero ninguno llamó a mi puerta ni solicitó siquiera la dirección. Una pena caótica cuando no dramática. Aunque uno tiene que asumirse y saber esperar sin desespero. Pero, en ocasiones veo muertos y otras desesperados. Y me sumo a la cola. Este párrafo inconexo de un pobre desasistido en lo erótico-festivo-amoroso-querible no es más que la introducción de la crónica de sendos eventos, base de la reflexión primigenia. Mucho hombre, sí, pero ninguno para goce propio.
Viernes noche. Citado al evento de la pretendida belleza infinita de una tierra que no lo es tanto. Es el momento de jóvenes y jóvenas deseosos de mostrarse, darse a conocer y alcanzar una fama, que ignoran no les espera. Se hacen llamar Miss o Mister, según género porque en orientaciones mejor no entrar, dado que el mariquitismo se elevó a cotas estratosféricas. En lo invisible, ese backstage que si hablara gritaría, era testigo de de las menudencias de unos y otras, juegos de convivencia y blanqueadores dentales. Todo en uno. Ellos parecían gustosos del despelote ante la concurrencia, palpando los centímetros de más o menos en sus cuerpos bien pesados. Sus disimulos se resolvían sólo en la pasarela. Y no era de extrañar las delicadezas que se gastaban, más que nada viendo al público en masa oligofrénica. Porque ésa fue otra. Pero me quedo con el más bello, indiscutible y merecido, Juan García Postigo, el Mister Mundo con unos ojos que saben a-mar y que penetran lo que quiera o se deje. Cercano, amable y con don de palabra. Ése sí es un ejemplo y no otros quien sabe qué autoproclamados adalides de la nada de la moda. Tristezas de fondo de armario. El mismo que desvalijaron señoras de, enjoyadas hasta las trancas y barrancas para ejercer el arte de la apariencia. De catálogo del Sepu. Pero en las idas y venidas, tonterías adquiridas y demás siempre se sacan lecciones de la vida que uno NO quiere llevar. Quien mejor llevó el ritmo de la gala y el estilismo de lujo fue su presentadora, PrincesaSinZ, que esa noche se mereció todo el abecedario para calificar su presencia reveladora. Si es que donde hay madera no hay que sacar más nada, sólo pulir. Aplauso sin fin para ella. Y para los dos ganadores, que tampoco calificaré en exceso por eso de evitar la demanda. Pero hay que desear que entiendan lo que es un certamen de belleza. Que más vale ser y no parecer. Sin ocultaciones, con retoques o sin ellos, pero aceptando que una banda no es más que una mera anécdota para un camino por escribir.
Me he mojado poco, lo sé. Pero, en el fondo, me he involucrado bastante en toda la realidad MissTíca y tampoco quiero afilar mi maldad. Sí lo haré con ánimo pleno en el segundo evento. Aquí el arcoiris brillaba con orgullo, sin la necesidad anterior de pasear de tapadillo, ocultando noviazgos en amistades Pantojas-DelMonte, un subgénero ya incorporado al olimpo de lo homo. Sábado noche, Bilbao. En vez de comprar estilismos a la última o muebles de quita y pon, el plan era juzgar chulazos y bailar en una balsa de aceite. Y casi resbalo y no me extraña. Por la concentración de hombres en provecho cero, ejemplares de deshonra para el foro de la familia era máxima. De toda clase y condición, con preponderancia de divinas de fastos y modos de hombro desdeñoso, pasando por musculocas encantadas de anabolizarse, despelotarse y tocarse en público, o ansiosos por la carne fresca. Más subgrupos eran necesarios, pero en común el deseo de hacerse con un otro al que calentar frente a las bajas temperaturas. Aunque de eso se encargaban, se suponían, los candidatos al concurso de guapo/chulo norteño, que contó con una escasa participación y menor nivel. Ganó un púber fibrado, asincronizado y expresivo Zero. Aunque fuera la revista ídem quien le prometiera un editorial en paños menores que sirvió para provocar su única emoción de lágrimas de cocodrilo. Para las que más de uno hubiera sacado su pañuelo o su... Ejem, ejem. Quienes lo sacaron todo, fueron par de machomanes de potentes carnes, que montaron el porno show con todo lujo de detalles, entradas, salidas y fluidos. La expectación en la sala era insólita. Grado de la crisis, que parece ser un mal de tamaño mayor. Ya se sabe, el tamaño importa. Tanto como poner en una fiesta de hombres a la contra canciones de Madonna, Mónica Naranjo y Alaska. Sin olvidar el mítico 'It's raining men' que desata pasiones y lo que no lo son. Pero hay quienes no tienen esa suerte. Para muestra, un tecleador.
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