Un buen modo de aplacar la palabra maldita, el estrés o escinco que nos supera, el surrealismo de la pataleta, el gilipollismo de ego subido y demases brincos de la mísera realidad es acercarse a las artes. Como esponjas asumir visiones insólitas, ritmos o sones estimulantes, letras mínimas que son máximas y hasta ejercicios de lo tuyo es puro teatro. De eso he tenido estos días. En la escapada capitaloide pude acercarme al Maravillas para reír con desenfreno con 'Mi primera Vez (Si me cuentas la tuya, te cuento la mía)'. Un espectáculo donde se habla y se muestra (o casi) el sexo sin tapujos. Con reversiones de tantas virgnidades perdidas, de tantos seres dados al placer incipiente, de sexualidades en búsqueda y de risiones a compartir. Y es que el trabajo de Javi Martín y Bart Santana (dejando a ver su piel y bajas sensaciones) o Miren Ibarguren (la nueva hija de Aída, aquí insuperable) y una desconocida Mar Abascal. Fue un ejercicio de introspección horizontal, vertical y hasta de trasera de coche de España cañí y sus prototipos. Hasta con test al público y comunicación masiva de los datos, anécdotas y curiosismos de la vez de prueba que dio paso a más para los afortunados... Para practicar la carcajada deslimitada y saber como el teatro siempre se reconcilia con lo más joven. De diez.
Y para sumar más puntos que Chicho Terremoto, ayer volví a dejarme caer por un teatro. Esta vez tocó el Palacio de Festivales, con la obra 'Humo', de Juan Carlos Rubio, un actor/autor que gana en las distancias cortas y que me dio ganas de no dejar pasar su éxito por esta tierra enmontañada. Fue una oportunidad de conocer in person a Juan Luis Galiardo y Kiti Manver, protagonistas del montaje. Con los que volví a comprobar que hay humanidad detrás de algunos personajes, por mucho que otros se mimeticen con el suyo y lo paseen en lo cotidiano con patetismo. El caso es que bien acompañado me planté en la sala tras un día fatal o más, pero me dejé llevar por un texto donde la verdad es mentira y viceversa. Donde se demuestra que los humanos no siempre lo somos. Que ejercitamos una verborrea inmunda pero objetivada e interesada. Así caemos en la espiral más traicionera, incluso para el yo profundo. Sobresaliente extra para todo el equipo, pero matrícula de honor para el directo JCR, que hace del diálogo un arte certero y cercano.
Fueron dos, pero espero que la matemática teatralizante me siga cuadrando. Porque las ganas de dejarse llevar por las vidas e intensidades de otros es un buen escape ante la imposibilidad de la huida propia. Quizá así nos vemos en un espejo que nos haga hasta pararnos a pensar. A ello...
1 comentario:
Momento teatro, me ha gustado, y en nada nos pondremos melodramáticos para disfrutar de moemento Almodóvar.
Mil besos
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