Lo confirmé tiempo atrás, pero la inercia me lleva a reválidas del surrealismo nocturno. Y es que hace ya tiempo que me dije no a las noches de jarana o derivados. Quizá una edad por adelantado, un cansancio insuflado o una desgana incorporada sean los culpables. El resultado siempre es el mismo. Por muchas buenas gentes, queridas o queribles de quienes acompañarme y desparramar a conciencia, el balance se resuelve para mal. El disfrute no hace acto de presencia, agazapado en rincones absurdos de difícil hallazgo.
Quizá lo que peor llevo siempre está en los exteriores, en las visiones ridículas de seres ídem que no alcanzo a entender cómo son capaces de sociabilizar y sacar de paseo sus miserias. Son especímenes de vida en comandita, gustosos del dejarse ver y provocar para vómito espontáneo del respetable. Sin entendederas posibles, el soportar en demasía espectáculos dantescos me resulta de lo menos sugerente. Por eso opto por el escaqueo definitivo. Lo mismo me pasa con el grado de frustración, que alcanza lo supino al no entender parejas de cuasi androides, sumas que restan y tonterías edulcoradas. Todo frente a la soledad encorsetada, del que espera entre desespero las caricias de un volátil macho cabrío.
Pero Te Espero Aquí, que lo sepas. Aunque la noche sea nuestro refugio.
1 comentario:
Bueno, hay de todo en la viña del señor pero todo el mundo tiene derecho,jajajja. Hay que ser tolerante.Un besin grande
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