Más allá de una fecha, un sentido, un simbolismo... Las personas somos la suma de conceptos que nos hacen como tales. Hoy, en el Día del Orgullo Gay, puedo escribir con todas las letras que me siento orgulloso de ser como soy. Sin medias tintas, ni escondites ni armarios apolillados. Sé quién soy y la vida que quiero llevar. El camino no fue fácil, aunque tampoco seré un victimista, pero creo que debo valorar mis pasos y la firmeza con la que me entendí sin cuestiones. Lamento el sufrimiento ajeno, las dudas, los rencores, las medias verdades, el sí pero no de tanta gente que se agazapa en las sombras para intentar ser en libertad. Pero el peso de la oscuridad les vence. Yo pude ver la luz y el panorama no es tan desolador como se puede imaginar cuando se vive de eso, de imaginaciones.
No hay vida sencilla pero sí complicaciones que nosotros mismos nos creamos. Por eso pienso que es justo agradecer a quienes han luchado dando la cara por otros que nos hemos subido al carro de la justicia, los avances, la dignidad... Si somos y pregonamos orgullo es básicamente por esa labor de hormigas guerreras de esos pocos que hicieron (hacen) muchos. Un gracias infinito y aplausos de plas, plas... Como el recuerdo a quienes no pudieron ver ni vivir en carnes propias que hoy es menos utópico el amar por tu impulso sin que nadie te corte las alas. Merecían su respeto y se encontraron con los muros de la intolerancia y el absurdismo.
Miro atrás y me enorgullezco de la voluntad de exponer mi verdad, mi sentimiento, mis pasiones sin velos ni requiebros. Lo malo pasó y si algo queda se diluye por el apoyo decidido de quienes saben que una persona lo es al margen de su entendimiento. Para quienes me dieron y dan la mano por mi camino de baldosas amarillas hacia el arcoiris más que gracias. El Orgullo es cosa de todos. Vive y deja vivir.
1 comentario:
Me sumo a la alegría de presenciar que poco a poco el respeto a la identidad va estando por encima de las etiquetas.
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