Y descontento. Nada que ver con las compañías ni los motivos, pues no he de quejarme -sería injusto- de la mayoría de mis rodeantes y los momentos de juntura, tales como años en suma, desfases prenupciales o visitas heróicas. Pero siempre me toca el regodeo a mi desconexión con el hecho nocturno. Tiempo atrás supe que no era un fagocitador de las noches en vela o a la luz de las luces espasmódicas de garitos inmundos. Aunque no imaginaba que tan temprano sintiera esas ganas irrefrenables de abandonar por siempre jamás los contextos lunáticos, por su escasa aportación a mis niveles de satisfacción. Sigo privilegiando otros escenarios más íntimos y tranquilizantes, frente al desparrarme desenfrenético de quienes zigzagean por las calles en busca de alimentos cárnicos exprés.
Todo esto tiene muy mala prensa y comprensión. Pero llego al punto de no influencia ajena. Bastantes efectos tuvo eso en el pasado, como para a estas alturas de partido vital mantener la dependencia al juicio exterior. Puede que inquiete, lo reconozco, esta vena tan poco social y raruna frente a los restos, pero si no fuera yo quien me asuma mal asunto. Por eso entiendo que el salir y acabar con una cara directamente proporcional al aburrimiento supino, es fiel reflejo de mi carácter único e intransferible. Nunca quise ser uno más ni reír las mismas gracias ni practicar las mismas tácticas para sí (mi-me-conmigo).
Y así me encuentro, desvalorizando las noches. Vaciando de sentidos las horas en cúmulo que suponen poco o nada. Intentando encontrar otros motivos de relleno vital. Aunque sea una utopía evidente. Seguiremos desinformando...
1 comentario:
Reitero el mi-me-conmigo; reitero la primacía de los pronombres...
Hola, mi niño. Que no hay nada de raro en no ser como el resto de la gente... Que no importa si prefieres tomar tostadas en lugar de cañas...
Lo importante es que te sientas bien con el pronombre porque, fuera del plató, el minuto lo marcas tú.
MUAS cachorro
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