Navidad, Navidad... ¿dulce? Navidad. Cada cual sabrá a qué le sabe. A mi poca dulzura me inspira, sinceramente. En los últimos años estas fechas me acumulan malos recuerdos, pero sí un espíritu de superación que me anima a seguir mirando hacia delante. Por mucho que, ahora mismo, tenga un ojo en stand by... Lo bueno es que ahora es tiempo de balancear la vida y las personas. Sacar conclusiones, plantear propósitos, lanzar tientos, pedir por si cae algo del cielo... Hay que saber emocionarse y dejarnos de los sentimientos. En especial con los nuestros, con los que a través de simples gestos o miradas entendemos a la perfección qué nos une. Aquellos que sigan pegados a su frivolidad vacía sabrán algún día qué se pierden.
Así que estas fechas pasarán pero el poso que nos generan no, permanecerá para seguir el camino sabiendo las condiciones y los cromos humanos que habitan nuestro álbum. Es el modo de integrar las decepciones y gozar las sorpresas que tantos días con nueve en el calendario nos han dejado. Así que sólo me queda desear felices fiestas, siestas o sueños. Todo sea por crecer. Juntos o revueltos. Pero nosotros. Los otros, chau, chau...
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