Está claro que la subjetividad implica visiones dispares de unos y otros. Es curioso que siempre nos afanamos en dar nuestro punto de vista sobre los demás, ya sea de su físico, su carácter, sus gustos, su personalidad... y el contraste se hace notar. Rara vez cuadran las imágenes reales o mentales que unos y otros tenemos de los demás o nosotros mismos. Así es como asistimos atónitos a discursos o comentarios que chocan con nuestra propia visión. Ocurre mucho con el tema kilos. Un mismo día alguien hace una loa pesada de lo mucho que has engordado, lo rollizas que están tus carnes, lo bien que te cuidas... Y minutos después alguien se alarma por una supuesta pérdida de peso, una cuestionable mala alimentación, unos motivos de base de esa guerra pretendida con la báscula...
Últimamente me ocurre más lo segundo. Y mi armario no se inmuta, ni para bien ni para mal. Son muchos quienes dan por hecho que he bajado en grasas y se plantean los por qués. Pudiera tener razones, una vida surrealista, sin horarios, con comidas que ni de vertedero, un estrés creciente... Fue precisamente este estrés el que dio pie a una conversación besuga en un evento de copete, con la moda como excusa y un ejercicio de convivencia de pitiminís como trasfondo. Allí, una de las diosas de la tontería aparente me dijo con voz de encantada de conocerse...
- ¡Hay que ver cómo has adelgazado! (Alargando, cómo no, cada palabraaaa...).
- Será el estrés, ya sabes que no paro. (Contesté yo sinceramente).
- No, querido, no. No te engañes, el estrés engorda... (¿Lo diría con conocimiento de kilos de más?).
- ... (Hice un silencio y puse de cara de circunstancias).
- Eso es la pena. (Resolvió muy pertinaz).
- Debes ser visionaria... (Repliqué con el alma).
Me resultó tan revelador. Que en aquél climax de modelos despelotadas, modistas armadas de alfileres, estilistas bebidas de sí mismas y de cava, invitados egocéntricos y deseosos de dejarse ver... por una vez, alguien que inició una conversación pazguata, del tú a tú sin más, fuera capaz de psicoanalizarme. Reconozo que no corren buenos tiempos en mis carnes (todas las lecturas posibles incluidas), pero tampoco quisiera demostrarlo a cada paso. Que de tener pena a darla, hay una delgada línea. Y ésa sí que está a la moda...
1 comentario:
jajajja, no se si la anecdota es graciosa o penosa pero me he reído mucho.y que manía tiene la gente de meterse en charcos,jajajaja
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