Actitud lógica y consecuente con una posición anterior. Definición
académica de tal cosa, la coherencia, que en sus manifestaciones comunes queda
deshinchada. Quizá por nuestra falta de constancia o valor para afrontar
circunstancias, palabras, dramas o miradas. Nuestra cobardía frente a la
realidad rebaja cualquier intento de resultar coherentes. Vendemos humo y nos
reducimos a cenizas. Resultamos una gran mentira, una estafa para nosotros
mismos. Traicionamos nuestro discurso, nuestros sentimientos y nuestro proyecto
de vida muchas veces por una suma de sinsentidos que después arrastramos. Ahí
coherencia cero. Necesitamos el coraje de afrontar los días con decisión,
escuchando nuestras necesidades y plasmando eso en nuestra hoja de ruta. Por desgracia
las circunstancias y el eje del mal pesan mucho y siempre acaban condicionando
nuestra esencia. Basta ya de plegarnos a lo políticamente correcto, si es que hay
corrección en cualquier término vinculado al hecho político, aunque sea una
pura expresión. Aquí estamos nosotros y el universo de posibilidades con el hoy
como horizonte. La opción de escribir nuestro destino no podemos dejarla en
manos ajenas. Así boicoteamos nuestro yo, el eje que debe guiar nuestros pasos.
Cuando nos plegamos y relegamos a un baúl de objetos perdidos los perdidos
somos nosotros. Encontremos el sentido a la coherencia que empieza en uno mismo
y luego tendremos las claves prácticas para extenderla a los otros. Si la red
coherente se extiende seremos todos mucho más proactivos, eficaces, auténticos
y, finalmente, felices.
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