Una de mis musas, Caritina Goyanes, me ha servido en bandeja la mejor reflexión del mundo. Quien pretende faltar a su verdad acaba perdiendo. Sudor y lágrimas costó a la hija de Cari (su marido no sabemos si la llamara Cari Cari en la intimidad) adelgazar esos kilos de más que la hacían de menos en las revistas del corazón. Su hermana bella pero simple era el blanco perfecto de los paparazis. En cambio ella, por hormonas o quizá hambre, era toda la paleta de colores. Mi querida Caritona, asesorada y entregada a su causa se quitó el peso de su mito y desinfló toda su esencia. Posó entonces cual efeba desengrasada, cual musa del destape. Lo merecía, porque sus hechuras siempre fueron de pija bien, de rasgos bellos. Objetivamente más que los de su hermaníiiiisima. Pero los kilos como se van, vuelven. Salvo los de los corruptos viborillas. Y ella, todo en sí, grande y sonriente ha vuelto. Ahora que Carla (qué obsesión por la raíz nominal) presenta un ¿libro? la buena de Caritina no ha escondido sus carnes excesivas, sin pasar por el Photoshop. Oriunda de éxito, con eterno pareo y marido poca cosa a su lado majestuoso.
Ocultarse es la peor herencia que pretendía imponer su mamá deluxe. Fingir ser otra un camelo tan grande como la autoría real del pretendido bestseller de su sister. Esta sociedad injusta y agónica nos engaña con los modelos y estereotipos más brutales, desafiantes, imposibles. Ella siempre fue un ejemplo de autenticidad en la jaula de las locas. Del cuore. La dictadura de las tallas, el silencio de las fajas. ¿Acaso eso es importante en una realidad corrompida? ¿En un mundo que se parte a cachos? Somos títeres de intereses e interesados para los que vender a una Caritina light era inspirador. Al consumo, a la autoestima negada. Caritona es un bien real en sí misma. Por ejercer un papel de visibilidad gorda (sin ofender). Se puede ser de buena familia, crear otra, tener una carrera de éxito y reconocimiento social y estar pasada de peso. Sí. Incluso se puede entrar a la casa de Gran Hermano, caso de la estilista sin una uña de tonta, Lorena. Ahora nos hacen creer que en su participación hay un aperturismo majestuoso. Bobadas. Es una granhermana como otra cualquiera. A mi juicio más mala, manipuladora y metete que otras. Por el hecho de tener obesidad no voy a salvarla. Quizá Caritina quería esa salvación, siendo inconsciente de que la única que puede (y debe) salvarse de la frivolidad es ella misma. ¡Viva Caritona!
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