La vida es un Circo. Genial si la banda sonora la pone Fangoria. Anoche tuve ocasión de disfrutar de su concierto presentación de su nuevo disco, 'Cuatricromía'. En la compañía de una cómplice perfecta y con la entrega necesaria para un show que nunca defrauda. Olvido/Alaska y Nacho Canut son maestros en la reinvención de sí mismos. Iconoclastas infinitos que llevan su frivolidad y pasiones estéticas hasta las últimas consecuencias. Su escenario era fruto de sus mentes inquietas. Sobrio pero trash, suma de varietés y vulgaridad. El negro teñía casi todo el ambiente, pero los destellos de color armonizaban la carpa circense tan simbólica. Un público de "amigas'", en palabras de la showoman, gritaba y bailaba enfervorizado el ritmo frenético de temas y temazos. Muchas canciones rompían su virginidad en el directo, ganando matices y efervescencia a su versión cedé. Otras, eran eternas conocidas, como amores platónicos que vuelven a tu vida y te producen un punzón único. Pasó con 'Más es más', 'No sé qué me das', 'Perlas ensangrentadas' o su icono mariestribillo '¿A quién le importa?'. Cada letra, cada salto, cobraban enteros en la orgía de fanes entregados al universo chillón y electropop del grupo. Necesario y fabuloso resultó el homenaje a Sara Montiel, entonando el 'Absolutamente', que las divas versionaron entre excesos. Llegaron a cambiar algún trozo de la letra en honor a la manchega díscola, única, tremenda. Los espasmos danceros fueron un tributo que todos quisimos regalar a la madre de Thaïs y Zeus.
Por un momento, cualquiera diría que habíamos traspasado la pantalla catódica para colarnos en un episodio más del reality que la pequeña pero rotunda mexicana comparte con su marido singular, Mario Vaquerizo. Él, en una vuelta de tuerca más a su amplia realidad laboral, aprovechaba los momentos previos al canturreo para vender el 'merchan' de su chica y representada. Lo mismo vale para un roto que para un descosido, siempre que haya cervezas como aliadas. Y flashes para posar a lo pómulos. Posados que compartía en un no parar con la multitud de secundarios de su vida, celebrities de fondo almodovariano y hechuras extravagantes. Empezando por la madre, casi momificada, de la cantante, que disfrutaba desde una butaca como la que más sin apenas movimiento visible. Una amiga de Bingo era su pareja de despendole. El mismo que ejercitó la ínclita Topacio Fresh, galerista de verborrea delirante, encantada con su melenón oxigenado. En versión morena la presentadora Patricia Pérez (cuñada de Nacho Canut) lo daba todo enfundada en un print leopardoso. No podía faltar el cirujano Monereo, arquitecto en piel y desarrugas de todo el clan, bien acompañado por un ejemplar de eterna juventud. Las Nancys (Rubias) salieron de la caja y sumaron melenazos. Entre lo más granado de la jet set del moderneo el productor Capi, propulsor desigual de Alejandro Sanz a Chayo Mohedano (!), demostraba actitud de older que se cree young. La orgía de tachuelas, brillis-brillis, pechos operados, tatuajes y lentejuelas desbocadas daban al todo un look muy total. El de Alaska siempre se coloréo de negro en tres versiones glitter y glam de embutidio curvilíneo perfecto.
El nivel de guaperismo y chape lo mismo era altísimo. Normal que en ocasiones las miradas se perdieran entre el gentío en busca de sapos (bellos) que aprincipar. Los grados de alcohol subieron como la temperatura del ballet Fantasía, recauchutado en ellas (la stripper Susana Reche sigue siendo la líder de pezón burlón) y musculado en ellos. Sus movimientos resultaban cuestionables, pero su presencia provo era elocuente. En sus nuevos hits 'Desfachatez' y 'Dramas y comedias' hicieron cabriolas y aspavientos, respondidos con entrega por la masa dancing. Sin duda son los dos singles más potentes que han venido para quedarse en el escaparate perfecto del grupo. Capaces de trascender tiempos y agitar cuerpos. Fue un concierto más de tantos que ya atesoro en mi retina musico-chochi-freak, pero con Fangoria nada es previsible ni mucho menos igual. Lo di todo y lo seguiré haciendo porque cada una de sus letras remueven mi conciencia de atormentado en busca de su sitio, de cronista de tecla viperina.
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