No
es tanto la que se presenta como la que uno se busca. Nunca fui ambicioso ni
tracé una estrategia certera para llegar a mi fin. En realidad creo que de
haberlo ya lo logré, por suerte, hace unos años cuando cumplí mi fantasía de
realización laborable. Desde entonces todo lo que voy sumando son regalos,
manifestaciones geniales de la importancia de entregarse con decisión a lo que
uno le gusta. Por mucho que toque tragar con basura, dada las circunstancias,
incluso con críticas. Porque he pospuesto la estabilidad en la búsqueda
perfecta de una situación lo más cercana a mi objetivo primigenio. Pasan los
años y eso se complica. Hasta que, de pronto, te llega una oportunidaddd. De la
forma más tonta, en una de esas revistas de bilis varias, donde poco importa un
sentimiento, sino el business. Un proceso determina la criba y la ilusión
incuba en lo más profundo de tu esqueleto de ser inquieto. Semanas después
llega el sí, y el quiero totalmente parejo cristaliza esa oportunidaddd (las d extra simbolizan su peso en el todo). Un
aprendizaje intenso, una experiencia compartida con iguales, con un lenguaje
común, con sueños y aspiraciones paralelas.
Es una suerte repetir esquema, pues eso mismo me encontré en la etapa universitaria. Ahora en un pack de días brutalmente intensos las sensaciones son las mismas. El show incluye stars, miembros destacados carne de titular, despojados de rumores y encarnados con su verdad. Y cómo no, referentes estelares. Profesionales que no juegan sino que se comprometen con la búsqueda de talento y han decido aportar su ayuda. En las distancias cortas son tan otros, tan sencillos y emocionables como cualquiera. El foco les magnifica, provoca que sus trazas de carácter hasta se caricaturicen. Pero aquí vienen con la legaña pegada y la palabra de la calle. El guión quedó en el camerino. Es un lujo y una responsabilidad el sentirte valorado por ellos. Sus apreciaciones son sentencias en nuestros curriculums agitados. Los nervios dominan y limitan nuestra autenticidad, pero pasan los días y destapamos la esencia, el potencial y las ganas de conquistar a la reina. A la callada pero justiciera, a la amplificadora y cero discreta, a la auténtica y surrealista. Tiene tanta tela la tele que en nuestra imaginación ya jugamos a cubrirnos con su manto y perdernos para encontrarnos entre pliegues. Que así sea. Conectamos con la ilusión…
Es una suerte repetir esquema, pues eso mismo me encontré en la etapa universitaria. Ahora en un pack de días brutalmente intensos las sensaciones son las mismas. El show incluye stars, miembros destacados carne de titular, despojados de rumores y encarnados con su verdad. Y cómo no, referentes estelares. Profesionales que no juegan sino que se comprometen con la búsqueda de talento y han decido aportar su ayuda. En las distancias cortas son tan otros, tan sencillos y emocionables como cualquiera. El foco les magnifica, provoca que sus trazas de carácter hasta se caricaturicen. Pero aquí vienen con la legaña pegada y la palabra de la calle. El guión quedó en el camerino. Es un lujo y una responsabilidad el sentirte valorado por ellos. Sus apreciaciones son sentencias en nuestros curriculums agitados. Los nervios dominan y limitan nuestra autenticidad, pero pasan los días y destapamos la esencia, el potencial y las ganas de conquistar a la reina. A la callada pero justiciera, a la amplificadora y cero discreta, a la auténtica y surrealista. Tiene tanta tela la tele que en nuestra imaginación ya jugamos a cubrirnos con su manto y perdernos para encontrarnos entre pliegues. Que así sea. Conectamos con la ilusión…
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