Con la tontería de la celebración
de la noche más mortal, quiero dedicar unas letras a la necesidad de VIVIR. Así, en mayúsculas por
definición y necesidad. Puede que la realidad se empeñe en avinagrar nuestros
días, que suframos fantasmas innecesarios, que nos superen los miedos... pero
todo eso y mucho más, nunca podrá alejarnos de nosotros mismos y nuestra
supervivencia feliz. Se nos escapan hechos, datos, miradas, besos por perdernos
en absurdeces innecesarias. Nos restamos momentos por achicarnos sin remedio. Y
no podemos permitirnos el no estar en el primer lugar del ranking. Quererse no
debe ser un esfuerzo, sino la respuesta natural hacia el bienestar
incuestionable. El hoy puede esfumarse, nuestro castillo de naipes imaginario
venirse abajo, y ¿qué será de nosotros? No podemos preguntarnos eso, porque si
hubiera un final debemos llegar con todos los deberes hechos y con nota.
Descargarnos de negatividades y sonreír a nuestro verdadero yo, siempre. En
plena redefinición de mi esencia, conquistando espacios y encontrándome en un
nuevo contexto, creo que he perdido mucho tiempo y me da rabia. Pero no emplearé
energías en remover ese lamento, sino en construir y sentirme pleno. Puede que
haya bajas y cambios notorios, pero será por mi apuesta personal por mi propia
persona. Estoy cansado no, lo siguiente, de esquemas dependientes horribles, de
actitudes ajenas reprobables. Puedo y quiero un mundo, el mío, mejor. Con
calaveras, con una oscuridad minimalista y la oportunidad de sentirme más vivo.
Y tu cementerio, ¿es serio?
jueves, octubre 31, 2013
jueves, octubre 17, 2013
Chute de fama
Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? Famoso. Es la respuesta recurrente de la mayoría, cuando no son más cutres y se conforman con llegar a 'concursante de GH'. Vaya futuro, con este nulo presente estamos como para proyectar... Con éxito lo está haciendo 'The Bling Ring', el nuevo ejercicio en fotogramas de Sofia Coppola. En esta ocasión se basa en un artículo brutal de Vanity Fair sobre una banda de chicos adictos al robo luxury en casa de ricas, famosas y tendencias. Léase Paris Hilton, Lindsay Lohan, Rachel Bilson, Megan Fox, entre otras... El retrato es vertiginoso y crudo a la vez. Una generación joven tan perdida como encontrada en el fango de lo frívolo. Las necesidades se voltean y las aspiraciones se trasgreden todo con el objetivo de alimentar el vacío personal. Talento interpretativo, oropeles de moda y una potente banda sonora construyen un relato de máximos, el de unos amigos que apuestan por el frenesí del riesgo. Ladrones de lo chic encantados de conocerse y publicarse en los muros del caralibro. En una sociedad pervertida es lógico que se manifiesten semejantes ejemplares sin rumbo, atrapados en sus ciegos lúcidos.
Aspirantes a alfombra roja hay muchos, pero propietarios de talento real sólo unos pocos. La gloria no es un bien común. Soñar es un ejercicio necesario, pero también peligroso. Porque se puede ir de las manos, como ocurrió con las protagonistas genuinas sin descalzarse sus Louboutin. Los brillos mediáticos, el papel cuché, las fiestas de neón, todo eso esconde caras peripatéticas. Los gurús de la cosa celebrity no pueden permitirse mostrar toda esa mierda, porque caería su imperio. Pero hay que saber mirar más allá y entender que la fama no es la panacea. ¿Contamos juguetes rotos? ¿Vidas destruidas? Luego están los dobles discursos moralistas, que ahora se han puesto de moda. El apartarse del circo que algunos crean. ¡Sálvese quien pueda! Hipocresía previopago. Yo siempre defiendo el trabajo, la verdad y la esencia personal. Lo demás son formas de prostitución más o menos mercantilizadas. Por eso me da rabia que haya tanta dependencia de esta vanidad expuesta, tanta banalización de profesionales/profesiones en pos de poses. Cuida tu ego, que a una mala se hace más grande que tú y no entra ni en tu ropa. ¿Estás seguro de lo que quieres, muchacho? Entra al agujero y luego me cuentas.
Aspirantes a alfombra roja hay muchos, pero propietarios de talento real sólo unos pocos. La gloria no es un bien común. Soñar es un ejercicio necesario, pero también peligroso. Porque se puede ir de las manos, como ocurrió con las protagonistas genuinas sin descalzarse sus Louboutin. Los brillos mediáticos, el papel cuché, las fiestas de neón, todo eso esconde caras peripatéticas. Los gurús de la cosa celebrity no pueden permitirse mostrar toda esa mierda, porque caería su imperio. Pero hay que saber mirar más allá y entender que la fama no es la panacea. ¿Contamos juguetes rotos? ¿Vidas destruidas? Luego están los dobles discursos moralistas, que ahora se han puesto de moda. El apartarse del circo que algunos crean. ¡Sálvese quien pueda! Hipocresía previopago. Yo siempre defiendo el trabajo, la verdad y la esencia personal. Lo demás son formas de prostitución más o menos mercantilizadas. Por eso me da rabia que haya tanta dependencia de esta vanidad expuesta, tanta banalización de profesionales/profesiones en pos de poses. Cuida tu ego, que a una mala se hace más grande que tú y no entra ni en tu ropa. ¿Estás seguro de lo que quieres, muchacho? Entra al agujero y luego me cuentas.
jueves, octubre 10, 2013
tú SÍ, tú NO
La acritud de los tiempos, no
sólo nos limita, digamos que nos merma. Y es una pena. Porque todos (o casi)
tenemos un potencial enorme, que la circunstancia se ha empeñado en volar por
los aires. Así, es difícil recuperar conceptos como ilusión, sueños,
proyectos... Nos hablan de emprendimiento, pero no de miedo, riesgos, vacíos
legales, ruinas totales... Con este estado de las cosas, me sigue tocando algo
más que la moral que haya bendecidos por la gloria del enchufe. Dedos certeros
que posicionan el talento escondido y niegan a los profesionales su sitio. No
culpo a quien deja fluir un contacto y se regodea en esa condición eléctrica,
denuncio a la persona(s) que aúpa(n) engendros como especialistas sin mérito
alguno. El bucle se antoja así infinito y la paranoia de quienes intentan sacar
la cabeza crece y crece. Hace escasas fechas presencié una de estas majaradas.
Con dinero público, alguien decide otorgar poder al ente ejecutor inadecuado. El
resultado, tal cual la acción. Un quiero y no puedo, donde se premiaba más la
frivolidad que la capacidad. Siempre supimos que la clase política hace y
deshace a capricho, pero poner la cara a sus propios encargos que resultan una
broma. (¡!) No somos tontos, por mucho que nos tomen por tal cosa. Indigna que el
trabajo no es un baremo real para estos órganos de decisión. Entregados a
apelliditis, mariditis, favorcitis, jabonitis... Me entristece plantearme si
cometí un error garrafal decidiendo que la comunicación fuera mi profesión. Es
mi vida, mi latido, mi yo... Pero con semejante panorama, con los aplausos
robados y regalados a la mamarrachería, me pienso fuera. Me dibujo en un contexto
menos tóxico, de miradas limpias y compañerismo sujeto a definición, no a
zancadillas. No quiero esto, para nadie, porque pienso en el caldo de cultivo
pésimo que dejamos a generaciones futuras. La corrupción cotidiana nos asfixia
y seguimos anclados en la pasividad. El temor a reacciones fatales, tachones de
lista por siempre jamás, olvidos sin conciencia... Siempre hubo consencuencias,
ahora hay depresiones sin resolver. Parece que tenemos que seguir tragando
escombro, mientras presenciamos la tendencia de los usurpadores. Sus contoneos
de éxito prefabricado me hastían. Un poquito de conciencia, una suma de saber
hacer, todo para lograr un resultado honesto, transparente, no un cuento para
no dormir.
P.D. Si te das por aludido/a, ¡enhorabuena!
Antes era la muñeca chochona, ahora te ha tocado otro premio... Pon tú el
nombre...
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