La acritud de los tiempos, no
sólo nos limita, digamos que nos merma. Y es una pena. Porque todos (o casi)
tenemos un potencial enorme, que la circunstancia se ha empeñado en volar por
los aires. Así, es difícil recuperar conceptos como ilusión, sueños,
proyectos... Nos hablan de emprendimiento, pero no de miedo, riesgos, vacíos
legales, ruinas totales... Con este estado de las cosas, me sigue tocando algo
más que la moral que haya bendecidos por la gloria del enchufe. Dedos certeros
que posicionan el talento escondido y niegan a los profesionales su sitio. No
culpo a quien deja fluir un contacto y se regodea en esa condición eléctrica,
denuncio a la persona(s) que aúpa(n) engendros como especialistas sin mérito
alguno. El bucle se antoja así infinito y la paranoia de quienes intentan sacar
la cabeza crece y crece. Hace escasas fechas presencié una de estas majaradas.
Con dinero público, alguien decide otorgar poder al ente ejecutor inadecuado. El
resultado, tal cual la acción. Un quiero y no puedo, donde se premiaba más la
frivolidad que la capacidad. Siempre supimos que la clase política hace y
deshace a capricho, pero poner la cara a sus propios encargos que resultan una
broma. (¡!) No somos tontos, por mucho que nos tomen por tal cosa. Indigna que el
trabajo no es un baremo real para estos órganos de decisión. Entregados a
apelliditis, mariditis, favorcitis, jabonitis... Me entristece plantearme si
cometí un error garrafal decidiendo que la comunicación fuera mi profesión. Es
mi vida, mi latido, mi yo... Pero con semejante panorama, con los aplausos
robados y regalados a la mamarrachería, me pienso fuera. Me dibujo en un contexto
menos tóxico, de miradas limpias y compañerismo sujeto a definición, no a
zancadillas. No quiero esto, para nadie, porque pienso en el caldo de cultivo
pésimo que dejamos a generaciones futuras. La corrupción cotidiana nos asfixia
y seguimos anclados en la pasividad. El temor a reacciones fatales, tachones de
lista por siempre jamás, olvidos sin conciencia... Siempre hubo consencuencias,
ahora hay depresiones sin resolver. Parece que tenemos que seguir tragando
escombro, mientras presenciamos la tendencia de los usurpadores. Sus contoneos
de éxito prefabricado me hastían. Un poquito de conciencia, una suma de saber
hacer, todo para lograr un resultado honesto, transparente, no un cuento para
no dormir.
P.D. Si te das por aludido/a, ¡enhorabuena!
Antes era la muñeca chochona, ahora te ha tocado otro premio... Pon tú el
nombre...
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