El tiempo nos acciona a su
antojo. Hoy lo pude comprobar. Sus casualidades han querido que acabe volviendo
a un lugar que supuso todo y nada. Un inicio y un final abrupto. He mirado al
cielo y he entendido que nada es fortuito. Que si entonces mi historia tuvo un
punto y aparte, ahora es momento de iniciar un nuevo párrafo. Mi historia así
lo requiere, después de un cúmulo surrealista que tampoco me apetece convertir
en palabras. Sí mi total intención de hacer de mi apuesta personal un cambio
más radical. La respuesta a una necesidad dormida. Puede que sea madurez o
necesidad, pero el momento me tiene reconfigurado. Bastante desconectado,
asimilando el desafío. No quiero ir más a remolque, deposito las dependencias
en el cajón de lo olvidable y miro ligero de equipaje. Sin esperas, con actitud.
Entonces caminaba con pasión. Hoy lo hago con desconfianza. Pero con la osadía
de no querer dejar nunca de aprender. Quisiera seguir y seguir volcando todo lo
que se me pasa por la cabeza, pero el cansancio me vence. ¡Buena señal!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario