Hay muchas formas de terapia,
pero perderme y encontrarme entre letras es mi salvación. No son sólo palabras,
son retazos de verdad. Ejercicios no verbalizados que cobran alas en forma de
teclas. Contengo demasiado, silencio por prudencia, pero intento aquí mostrarme
sin ninguna doblez. Desprotegido, quizá. Atrevido, a veces. Inquieto, siempre.
Mi esencia me pasa factura, pero seguiré en el esfuerzo de ser más fuerte.
Podría contar mil historias, expresar tantas dudas, quejarme sin remedio,
denunciar absurdos y surrealismos pero me gustaría limitar todo ese torrente y
canalizarlo hacia la creación. Porque no pretendo caer en el drama, exhibirme
en modo doliente. Pero sí construir, aprender y entenderme. Es la única manera
de afrontar el horizonte con valentía y arrestos. No puedo permitirme divagar
en terrenos en los que otros se recrean. Ni ser víctima de sus torticerías. De
mi depende el trascender todo eso y caminar sin mochila molesta. Puede que mis
metáforas y juegos de palabras se queden vacíos, incluso planos, pero mientras
me sirvan de válvula de escape bienvenidos sean. Me queda tanto por decir que
es momento de poner el punto y seguido.
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