domingo, agosto 17, 2014

¡Acción...!



Los días pasan como las cosas. Y su efecto sobre nuestra piel y entrañas resultan devastadores. Podremos negar, callar, restar valor pero ciertamente somos seres afectados/afectivos. Por ello defiendo el pensarse, el introspectar, el ombliguismo bien entendido para sacar conclusiones. Hay quien se empeña en la ausencia de pensamiento, la ligereza como estado del bienestar. Respeto pero no entiendo, porque no conduce más que a la confusión. A la lucha interna que explota a su antojo. Y ya sabemos las consecuencias nefastas de tal cosa. Este contexto nos tiene entre enfadados, dormidos, depresivos... Poco bueno se puede esperar esperando. Menos con la ineptitud henchida de poder. El caso es que el rescate depende de nosotros mismos. Sabemos lo que queremos y debemos reivindicarnos. Que el camino no será de rosas, que las espinas tienen nombre y actitudes, pero la inmovilidad sólo empeorará esta realidad nefasta. No hablo sólo de la cosa económica, también de la emocional. Estamos apolillados en una crisis de valores, en unas carencias de sentimientos, en unos silencios del querer que analizados asustan. Y me niego a dejarme empapar más de este oscurantismo. Expondré mi conciencia, salpicaré mi verdad, me quemaré si hace falta. Cambiarán las circunstancias y con ellas cambiaré yo. Seguro. Para bien. Porque quiero. Porque me quiero. Porque es el momento... Mi mantra es mucho más que palabras, es una necesidad. Y, a la vez, un símbolo. Porque la acción tiene que encontrarnos actuando antes del sonido de la claqueta. Sólo así seremos más veloces que esta inercia que nos desdibuja. Que siga la película... Si todo va bien firmamos trilogía. 

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