Las idas y venidas a la luz de la luna, en una ciudad de contrastes y con gentíos diversos de más siempre dan motivos y contextos varios como para ejercitar el tecleo tal cual. Nunca me canso cuando reitero mi desconsideración del canalleo de mis orígenes, de las calles que se suponen me pertenecen y los rincones que son de esta quinta raris como la ave ídem. Y todo empeora cuando eres consciente del Efecto TA, el de las Tres Aburridas, que tan bien define Fangoria. A esas a las que llamas la atención, incapaces de ver más allá de sus perlas o sus cuellos abanderados. Por no hablar de aquellas que caidas en su propio aburrimiento hacen lo posible por degradar la noche y su propia imagen, dando un resultado peripatético que inquieta a propios y extraños. Estos últimos no entienden el macarrismo y violencia gratuita que pisotea a sus anchas por el acerismo capitalino. Lógico.
Entre los pobres que ansían la crítica o la mirandola sin fin de los adyacentes porque sus ombligos los tienen requetestudiados y los deseosos del hosteo infeliz, va cayendo el umbral de tolerancia de las visiones en oscuridad. Porque se perpetuan y hacen crecer sus grupos como cucarachas. Y los que estamos indefensos e indefinidos pululamos intentando como sea posible el no contagio con las especies penosas. Está claro que la clave del éxito es conseguir el disfrute al margen de las realidades escandalosas, pero es que hacen tanto por ser el centro de atención que siempre siempre fastidian el tono ajeno. Sin olvidar a las mujeres en busca de su segunda juventud, las mismas que se rellenan o recauchutan y muestran su doble personalidad a los machos dominantes testosteronizados que se dan codazos ante la facilidad de entrada profunda. Ni en otros tiempos se puso el ganado en tal oferta. Será la crisis.
Pero al margen de mi apocalipsis, cual drama andante, siempre es un placer saberse rodear de los no afectados -aunque uno lo esté o sea-, que hacen de los momentos algo mejor. A los que llegan, los que vuelven, los que aparecen, los que se van, los que callan, los que no lo hacen, los que ríen, los que bailan, los que inquietan y quietan... a todos Gracias. Son (sois) el motivo de encontrar uno para olvidar esos males que tanto me condicionan para mal.
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