Los efectos de una semana orgullosa no siempre son buenos. El más es más se cuela en las entrañas y supone un choque complicado en el retorno de la realidad obtusa. Pese a todo, toca quedarse con el recuerdo de lo que fue y las ganas de lo que vendrá. Valorar que ahí fuera hay todo un universo de posibilidades y gentes que en suma pueden acabar con nuestro hastío. Y es que se hace muy necesario el romper la barrera y pulular entre seres de lo anónimo que dan vida a la noche como estrellas fugaces. En cameos de lo divino y de lo humano que al final dan sentido al todo. Gracias a esos pequeños momentos vale más que la pena el desvelo que supone en sí una fiesta de contraste, de cuerpos desatados, de desátames en grito, de venas anabolizadas, de tacones andamiados, de rímeles deconstruidos, de dudosos en busca de su verdad, de vicios sacados a paseo...
No me olvido de los reencuentros, de las risas espontáneas, de las sorpresas gratas y dulcificantes, del futuro por escribir, de los sueños que compartir y de las carrozas de las que liberarse, porque no todo debe ser el exceso en sí, la base es lo más importante, con la reivindicación por bandera. Arcoiris, cómo no.
3 comentarios:
Ese, solo decirte como tantas otras veces: TE QUIERO.
Besos y que te leo
Pero qué bien nos lo pasamos!!! Solo me queda decir: otra-otra!!!! A ver si el aöo que viene repetimos, no? Un besote, SemiSueca :)
Me hubiera gustado,como siempre, disfrutarte algo más, porque es fascinante tanta complicidad liberada sólo en instantes...
Que te adoro, mi niño, vayas del color que vayas!
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