miércoles, julio 15, 2009

Navegantes

Vivimos sin previoaviso tantas cosas y personas. Somos en comunión, con o sin pecado concebido, pero somos y seguimos nuestro tránsito de la mejor manera posible. Y ante eso, la vida se complica para quienes huyen de las complicaciones. Se muestra injusta y esquiva, da bandazos y tropelías a seres que reciben el mal con una sonrisa de oreja a oreja. Son héroes de lo cotidiano, que saben lo que es levantarse una tras otra. Sin perder su compostura y sabiendo que el futuro es suyo. Mientras, otros, los más quejosos seguimos en nuestro ceremonial de confusión, de medias verdades, de deseos ocultos, de gritos silentes. Se hace tan cuesta arriba una situación así. El desequilibrio como máxima, la caída como final.

Pasan los días y la vida. Pesan los años, las canas por muy teñidas. Las arrugas piden paso que ni cremas radiantes y de oropel mitigan. Todo es una farsa, la de aparentar que, siendo menos. Y así los cálculos no son matemáticos, más bien patéticos. Como tantos de los que esperas y sólo recibes ausencias, noes y giros de cabeza. El fiarse se va acabar, las manchas quedan en el corazón más que en las tazas de cafés robados. Porque hay ladrones sin guante donde menos lo esperas. Los mismos que pueden causar un desespero grande o más. Una historia de no acabar, dada la tontunería e inocencia inacabada que vino para quedarse. Aunque esperemos que no hasta los restos y sí conozca fin.

Pero si esto tiene sentido es por la propia navegación. En el barco que nos conduce tenemos obligación de remo infinito. Lo de ir de señoritos a mesa puesta quedó atrás o en utopía a esos que se eligen para caer en aguas profundas. Aunque no es cuestión de incidir en esas profundidades luctuosas, preferible es quedarse en la brazada decidida de los que dan todo a cambio de nada. Nada que ver con otros que esperan y esperan, chupópteros sin remedio que se arrinconan y esperan la oportunidad de la caza en debilidad. No merecen ni letras ni lamentos. Sí lamento que haya quien se vea en el disparadero con infortunio. Ojalá que el tiempo levante tempestades y coloque según corresponda. Haría tanto bien. La mar espera. Y no en calma.

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