¡Qué injusta es la vida! A veces nos posiciona ante personas en el momento menos adecuado. Y lo que es peor, nos toca el papel de público de un circo muy cuestionable. Porque es común darse contra la pared de parejas discordantes donde uno pide a gritos un rescate con recompensa. Pero no es fácil entrar en una ecuación de terceros, se puede salir escaldado y rebanado. Así que toca esperar entre desesperos y desvelos. Dejar que actúe el destino con sus grandezas y miserias y procurar no atentar contra los sentimientos.
Bien es cierto que es mejor la soledad mal entendida pero bien vivida que el arrastre sin remedio por alguien de dudosa respuesta y latido recíproco. Así que toca seguir vagando por el mundo pseudoamoroso porque el tren lleva retraso. Mientras seguiré con mis sumas hasta que el máximo común denominador pida protagonismo. Hasta entonces quién quiere calculadora, bastan las manos y las cuentas de la abuela.
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