No hay colmo del surrealismo porque la vida siempre nos demuestra que más es más. Que siempre habrá un ejemplar, suceso o derivado que nos deje sin palabras. Podría referirme a los chinos que amasaban dinero a ritmo de manotazo de gato. O al hombre de apodo animado que se creyó en un videojuego sangriento. Pero no. Seré más frívolo. Dedicaré unas palabras al colectivo adolescente/juvenil que tiene a los Shore (Jersey, Geordie o Gandia) como Olimpo de sus dioses. Que tiemblen los NiNis porque ahora no vale con tocarse las bowlings sin dar palo al agua o hincar un solo codo. Ahora hay que conquistar los pódiums, vomitar en HD, abrirse de piernas o contraer glúteos cual serie de gimnasio, conjugar la palabra teta en todas sus acepciones chonis, ejemplificar el encefalograma plano, asfixiar la piel a rayos UBA (la diferencia V/B no va con ellos), sustituir entrevistas de trabajo por castings y esfuerzo por placer.
Siempre hubo referentes nefastos, pero estos que nos imponen ahora resultan de total aberración. Algunos mandamases han pensado que esta tipología de joven cuestionable es igual a euros y aquí todo vale. Mujeres, hombres y gilipollas que engrosan sus arcas de forma inversamente proporcional a sus valores. Y si los líderes resultan peripatéticos no cuesta imaginarse lo absurdo de los imitadores en lo cotidiano. Me remito a conversación escuchada en un autobús antes de ponerme a juntar estas letras. Una niña de apenas 15 años a voz en grito planificaba con otra amiga una escapada a una casa rural. Del dinero de gastos el más importante era para los porros y la bebida, que ya sabes que el Pituli le da mucho. ¿Pelar y cortar patatas? Congeladas, tía. Ella quería disfrutar en plan pandi pero asumía que habría mucha deserción de causa pinchita. Lo peor de esta gente es que se pierde el respeto a sí mismo y se arroja el poder de insultar/boicotear/hundir al resto. Los mismos que montan bulla por una supuesta ‘mala’ mirada. Pereza total. Inaguantables nano. Vale que la madurez es un estadio que se presupone aburrido y hasta tedioso. Pero de ahí a convertir los años mozos en una suma de mamarracherío sin sustancia… Tampoco.
La rebeldía poco tiene que ver con estos limitados por decisión propia. Por suerte quedan chavales capaces, talentosos y con aspiraciones que poco tienen que ver con el perímetro muscular o tetófilo.
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