lunes, noviembre 12, 2012

Papeleta



Ni el peor de los pesimistas nos hubiera escrito este mal cuento. Pasamos las páginas de los días con la intención de hacer olvidable la suma imperfecta de hechos, palabras y personajes. Dormimos con la intención de despertar en otro contexto, de sonreír sin complejos y olvidar este descenso a los infiernos. Por mucho que digan que de todo lo malo se saca algo bueno cuesta creerlo con tal panorama. Hablan de generación perdida, pero yo diría que es la ilusión lo que se ha quedado en el camino. Y es triste, porque uno siempre necesita ese impulso para continuar en la lucha. Pero dado el momento y el surrealismo perpetuo no se encuentran motivos inspiradores. Todo lo contrario. Se suceden las malas noticias. De hecho es todo un reto encontrar actualidad en positivo. Porque en momentos así, todo se tiñe de oscurantismo, duda y miedos. Algunos siguen afanados en poner en solfa la realidad, aprovechados sin conocimiento objetivo de escrúpulos, encantados de conocerse y de pisar. La lucha bien y mal se remonta al origen de la humanidad y se ha apoderado de los cimientos sociales. 

Los políticos son la peor caricatura de sí mismos. Y los ciudadanos quedamos reducidos a sus desaires. Spas inoportunos, declaraciones de lengua floja y moral lapidada. No hay derechos, sólo malos tropezones de pie izquierdo. Esto intolerable soportar la mala baba de muchos, la empatía bajo cero, tanta nula solidaridad. Vivir así es morir de desolación. Pero tampoco es cuestión de flagelarse y caer en el victimismo. Creo en la mirada cruda y descarnada de la vida misma, pero enfangarse en el estado de las cosas solo depara más de lo mismo. No al quietismo y menos al mudismo. Necesitamos reacciones, líderes capaces que salgan de lo cotidiano, que crean en una construcción justa del esqueleto sociopolítico. Sabemos que hay que pagar muchas vajillas rotas, pero no podemos permitir que las sigan estampando contra nuestras caras como tartazos. Esto no es una broma, es una auténtica papeleta.

1 comentario:

Marián dijo...

Creo que no tengo nada que objetar a este post ya que, aunque por lo general suelo ver el lado bueno de las cosas, hay momentos y situaciones que ni por esas.

Sin embargo, y a pesar de lo mal que está todo, no podemos dejarnos ganar la batalla. Porque no caer en el desánimo es lo único que no nos queda.