Ni el peor de los pesimistas nos
hubiera escrito este mal cuento. Pasamos las páginas de los días con la
intención de hacer olvidable la suma imperfecta de hechos, palabras y
personajes. Dormimos con la intención de despertar en otro contexto, de sonreír
sin complejos y olvidar este descenso a los infiernos. Por mucho que digan que
de todo lo malo se saca algo bueno cuesta creerlo con tal panorama. Hablan de
generación perdida, pero yo diría que es la ilusión lo que se ha quedado en el
camino. Y es triste, porque uno siempre necesita ese impulso para continuar en
la lucha. Pero dado el momento y el surrealismo perpetuo no se encuentran motivos
inspiradores. Todo lo contrario. Se suceden las malas noticias. De hecho es
todo un reto encontrar actualidad en positivo. Porque en momentos así, todo se
tiñe de oscurantismo, duda y miedos. Algunos siguen afanados en poner en solfa
la realidad, aprovechados sin conocimiento objetivo de escrúpulos, encantados
de conocerse y de pisar. La lucha bien y mal se remonta al origen de la
humanidad y se ha apoderado de los cimientos sociales.
Los políticos son la peor
caricatura de sí mismos. Y los ciudadanos quedamos reducidos a sus desaires.
Spas inoportunos, declaraciones de lengua floja y moral lapidada. No hay
derechos, sólo malos tropezones de pie izquierdo. Esto intolerable soportar la
mala baba de muchos, la empatía bajo cero, tanta nula solidaridad. Vivir así es
morir de desolación. Pero tampoco es cuestión de flagelarse y caer en el
victimismo. Creo en la mirada cruda y descarnada de la vida misma, pero
enfangarse en el estado de las cosas solo depara más de lo mismo. No al
quietismo y menos al mudismo. Necesitamos reacciones, líderes capaces que
salgan de lo cotidiano, que crean en una construcción justa del esqueleto
sociopolítico. Sabemos que hay que pagar muchas vajillas rotas, pero no podemos
permitir que las sigan estampando contra nuestras caras como tartazos. Esto no
es una broma, es una auténtica papeleta.
1 comentario:
Creo que no tengo nada que objetar a este post ya que, aunque por lo general suelo ver el lado bueno de las cosas, hay momentos y situaciones que ni por esas.
Sin embargo, y a pesar de lo mal que está todo, no podemos dejarnos ganar la batalla. Porque no caer en el desánimo es lo único que no nos queda.
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