En sus informativos la televisión pública anima a los parados a encontrar la fe. La misma que han perdido viendo su sucesión de malas noticias cada día. La que ya no encuentran entre sus cosas cotidianas, porque de mirarse les entra una depresión de caballo. Es lamentable. En este marco de drama global encima vienen algunos y quieren intelectualizar nuestra crisis. Partiendo de este supuesto, una escritora premiada y polémica a partes iguales consiguió el respaldo de una editorial para contar en palabras llanas qué nos ha traído hasta aquí. La escuchaba el otro día en el marco de una conferencia que no se preparó y que resultó una suma zafia de chascarrillos rosas, en los que se mostraba más encantada que pormenorizando las causas económicas de esta realidad. Lo que me escama es que personas como ella se arrojen la facultad de teorizar sobre nuestras vidas cuando su discurso parte de una situación privilegiada. Cierto es que trufa sus comentarios con cuestiones personales complejas, pero no es la auténtica protagonista de todo este meollo. Precisamente una persona que vive de sus rentas y poco se esfuerza en contar historias, rentabilizando más frases fuera de contexto que trabajos talentosos. Porque el talento se ha devaluado y arrojado al mar de los olvidos. Estamos como estamos porque los que más saben no son quienes más poder tienen. Somos víctimas de ineptos absolutos y sufrimos los desmanes de auténticos descerebrados. Una generación tan formada y capaz espera su turno, mientras muchos cuantos impresentables engrosas sus cuentas nada corrientes. Así no. Puede que el desahogo en palabras sea insuficiente, pero es válido y necesario. Porque debemos descargar la ira con las injusticias enquistadas en cada estamento, en cada profesión. La autora no identificada rehusaba la presencia de periodistas, los mismos a los que imploraba promoción en las redes sociales. ¿Doble discurso, doble juego, doble moral? Es sólo una muesca en el camino de los arrogantes, moscas cojoneras apoltronadas, incoherentes y limitadas. No podemos seguir callando la necedad, porque si el estado de las cosas es pésimo se debe en parte a tales representantes absurdos de la sociedad en uno u otro escenario. Zancadas de ego, miradas de inquina, discursos vacíos. Es tan fácil su identificación. Que no te minimicen.
miércoles, mayo 08, 2013
Así no
En sus informativos la televisión pública anima a los parados a encontrar la fe. La misma que han perdido viendo su sucesión de malas noticias cada día. La que ya no encuentran entre sus cosas cotidianas, porque de mirarse les entra una depresión de caballo. Es lamentable. En este marco de drama global encima vienen algunos y quieren intelectualizar nuestra crisis. Partiendo de este supuesto, una escritora premiada y polémica a partes iguales consiguió el respaldo de una editorial para contar en palabras llanas qué nos ha traído hasta aquí. La escuchaba el otro día en el marco de una conferencia que no se preparó y que resultó una suma zafia de chascarrillos rosas, en los que se mostraba más encantada que pormenorizando las causas económicas de esta realidad. Lo que me escama es que personas como ella se arrojen la facultad de teorizar sobre nuestras vidas cuando su discurso parte de una situación privilegiada. Cierto es que trufa sus comentarios con cuestiones personales complejas, pero no es la auténtica protagonista de todo este meollo. Precisamente una persona que vive de sus rentas y poco se esfuerza en contar historias, rentabilizando más frases fuera de contexto que trabajos talentosos. Porque el talento se ha devaluado y arrojado al mar de los olvidos. Estamos como estamos porque los que más saben no son quienes más poder tienen. Somos víctimas de ineptos absolutos y sufrimos los desmanes de auténticos descerebrados. Una generación tan formada y capaz espera su turno, mientras muchos cuantos impresentables engrosas sus cuentas nada corrientes. Así no. Puede que el desahogo en palabras sea insuficiente, pero es válido y necesario. Porque debemos descargar la ira con las injusticias enquistadas en cada estamento, en cada profesión. La autora no identificada rehusaba la presencia de periodistas, los mismos a los que imploraba promoción en las redes sociales. ¿Doble discurso, doble juego, doble moral? Es sólo una muesca en el camino de los arrogantes, moscas cojoneras apoltronadas, incoherentes y limitadas. No podemos seguir callando la necedad, porque si el estado de las cosas es pésimo se debe en parte a tales representantes absurdos de la sociedad en uno u otro escenario. Zancadas de ego, miradas de inquina, discursos vacíos. Es tan fácil su identificación. Que no te minimicen.
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1 comentario:
No puedo estar más a favor de este contexto. Me ha gustado y me hace reflexionar. Gracias por tus palabras y viva el desahogo!!
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