miércoles, febrero 06, 2008

Aunque la novia se vista de seda



Prioridad, un mensaje tranquilizador a la población lectora y femenina, alertada ante mi estado de ánimo emergente y revisionista del pasado. Días malos y momentos de propia incomprensión tenemos todos. No hay que magnificar pero sí agradecer el cariño acaudalado y las reflexiones sinceras que salen del ventrículo derecho. Gracias.
Cuando uno es depositario de un contexto impropio no puede menos que dejarse llevar y empaparse de una realidad ajena y de díficil apropiación. Y es que no me veo de probaturas de vestidos de novia de perifollo a no ser que opte por un cambio de sexo tardío. Así que lo mejor es integrarse en una situación de regalo que supone una maraña de emociones encontradas más que curiosa. Porque una no se ve todos los días vestida cual princesa de la corte entre bordados artesanos, pedrerías varias, sedas, guipures, puntillas con vida propia y dependientas con ánimos casamenteros. La idea es vender y de ahí la necesidad de un estilismo agresivo con pijismo integrado para hacer presión a una novia que estira incrédula sus calcetines ante tanto despropósito. Normal, no todas encajan con filosofías de moda nupcial ni tendencias que hacen de lo no minimalista una máxima. Pero cada cual tiene las suyas y no es fácil cambiar los pareceres de una joven urbanita con ganas de comodidad, sencillez y sobriedad. La elegancia y el glamour van de serie.
Una de las dificultades más notorias es que el espectro de tallajes es limitado, con lo que las chicas con índices de masa corporal saludables tienen escasas posibilidades de abrocharse la cremallera, dando lugar a situaciones que referencian por sí solas a Scarlett O'Hara y su mami adyacente. Ello imposibilita a que la emocionada novia se visualice de todas, todas. Aún así el efecto boca abierta es común, porque una se siente vestida como de prestado y en un cuento ajeno. Aún así la fantasía se cumple y la prueba es aclaratoria. A más de una le reafirma en su pomposidad y a otras les da la razón en la necesidad de ser ellas mismas sin necesidad de derroches salariales que acabarán ennegrecidos en el afterweeding. Pero los acompañantes siempre disfrutan de esta experiencia del modelaje nupcial, aunque no reciban un trato digno. Qué menos que un café o té para degustar el pase de la novia que tras idas y venidas con uno y otro traje acaba más mareada que Nati Abascal tras dos dry Martini. Lo que cuenta es el contexto y la compañía contextualizadora. Y la mía fue de lujo.
Que se case la siguiente. Gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOla majete!! No suelo tener internet con frecuencia, como ya te habrás dado cuenta, por eso no he podido entrar por aquí, y cuando lo he hecho ni si quiera me ha dado tiempo a terminar de leer y comentarte como mereces. Por eso, antes de que vuelva a pasar otro imprevisto y me tenga que marchar, tengo que decirte que me gustó mucho tu entrada sobre los "cromos pasados", me sentí muy identificada, justo ese fin de semana me pasó algo parecido y me ha dado por escribir en el blog (siempre en honor a ti), no he podido evitar parafrasearte, y lo he hecho sin comillas, las he hecho mías, así que ya te compensaré con las tasas de autor como gustes (uno de lima??)
un besazo, cuídate!

Anónimo dijo...

Jajajajaja me alegro que te gustase, buen post y una foto preciosa, eres la caña...