Confirmado. Una vez más recurro al himno de la movida para asimilar la realidad de mi ostracismo nocturno. Algo propio y sustentado más allá de la setatización vital que me acompaña. Y es que hace tiempo, demasiado tiempo, que las noches perdieron su encanto. Que los brillos brillaron por su ausencia. Que las gentes se convirtieron en humanoides informes. Que el ritmo se ralentizó. Que las sensaciones súbitas quedaron en leves espasmos. Que nada colmaba un gusto indeciso, escrutador e informe. La suma de circunstancias elevadas a la mínima gana. El nadismo condensado con la luna como testiga silente. Y cuando el cuerpo no pide marcha dársela es una solución de efectos defectuosos.
Por mucho que lo intente, prefiero el bakalao desmigado que servido en chunda-chunda. Soy amante de los platós y no de los platos sonoríficos de dj's dejados de sí mismos. Digo sí a un buen disco y no a una disco masificada y cargada de glándulas sudoríparas en acción. Bebo los vientos por mis pasiones introspectivas y no vasos alcohilizados vía garrafón. Prefiero ligar palabras sin sentido que lanzarme a la piscina del ligoteo de si te he visto no me acuerdo. Opto por visiones en sueño que por visiones surrealista de juventudes inmundas de conceptos dudosos. Bailo sin fama mejor que entre codazos y pisotones sin disculpas. Soy un aburrido, un vejestorio prematuro o simpletemente un desganado de la vida. Pero, en realidad, defiendo el concepto de no ganado, de la invidualidad como conceptualizadora del gusto propio. Los patrones son necesarios para nuestros ropajes pero no en nuestra sociedad. Cada cual debe coser sus contextos. Y no todos queremos ser murciélagos de la vida.
Aún así, en ocasiones, veo noches diferentes, divertidas y válidas. Siempre desde un modelo de lo no común. Nadie tiene que programar la diversión y menos caer en la alienación sin rechistes. Por eso dotarse de una noche entre amigos, sonrisas deslagrimizadas, con cena como excusa y despedida como telón de fondo. Con kilocalorías de ingesta rápida. Conversaciones de dobles y dobleces. Sesiones fotográficas de madrugada entre la urbanidad simpática. Entre pasos vacíos de silencios. Ésa sí es mi noche. No otra.
1 comentario:
Qué bien nos lo pasamos, recordaré esa noche como inolvidable, que risas, que momentos fotográficos con intentos de robo de cámara sutil de madrugada... jejeje... grabados en la retina me los llevo, y a ti en el corazón.
Muchos besos ya un poco amargos de despedida ;)
Pero siempre estaré contigo al menos via blogeril. Gracias por todo, ya me entiendes, semi-todo y la venus de Londres, me ha ENCANTADO.
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