... nos las dan con queso, por mucho que las hayamos pedido con mermelada. Porque no aprendemos.
... caemos en lo surrealista de lo ajeno, sin atender a lo real de lo propio. Así nos luce el pelo (a los que aún tienen).
... optamos por la ingenuidad sin impostar y retozamos entre la maldad en cúmulo. Mal panorama.
... lanzamos el dardo envenenado a quien no corresponde y dejamos 'de rositas' a los enemigos de buena cara y peores intenciones.
... regalamos el latido a absurdos de entrega cero y palabras que lleva el viento.
... del error no hacemos virtud. Sumamos a la mochila las piedras del camino y los morados del tropiezo infeliz.
... los otros no están de nuestro lado, por muy 'bienpensados' que marque nuestro CV.
... creemos que la entrega es un medio a algo y no es más que la consecuencia de la estupidez de grado más. El balance siempre da mínimos.
... agotamos letras y palabras en desorden, que para decir algo conducen a la nada. Y en espiral seguimos abochornados de nuestra propia existencia.
... el autoentendimiento es cosa fina, el que tiene que ver con los extras más vale dejar en cuarentena, pues la extensión de la bobez acabaría con poblar el todo.
... quién me pone la tecla encima, para dar texto a pesadumbres como éstas. Víctima en propia carne (por blog).
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