El título de una buena obra de Ángel Llácer y de la cariñosa Marta Hazas me da pie a calcular que esta es la entrada número treinta en este nuevo diario. El ansia de la tecla, la dispersión de los momentos y la necesidad de contextos explican esta profusión de tonterías varias pasadas por la turmix blogerizante. Siento tanta digresión, paranoia, pataleta, petardismo, yoísmo condensado en párrafos insulsos, nostálgicos, emotivos o supinos. Gracias sin más por la presencia visible o no, por la confianza en este mirador con objetivo difuso. Atrápate por el contexto.
Aunque en el mejor de los casos será el contexto el que te aprisione. Hoy deduje que mi corazón es de globo, que mis entendederas amorosas están enquistadas y que el ritmo no tiene techo ni fecha en el calendario. Siempre es gustoso saber que en la nómina amistosa hay amistades con sentido artístico que con un estilismo barróco pero contemporáneo, unas sombras iluminamiradas y una actitud de buenrrollismo hecho música arrancan corazones, sonrisas y lágrimas interiores. Cuando una voz es incontestable y el sonido de una guitarra customizada transporta a viajes supramusicales la noche cobra más peso y se vuelve gatoparda. Y pensar que quien fue aprendiz crece con alas en el escenario emociona.
Como emoción se supone en los encuentros aplazados. Los mismos que uno planifica en esos otros inesperados en plena calle, cuando el compromiso de la situación obliga a citarse de aquella manera tan sui generis. Pero, de vez en cuando, la nebulosa encontradiza se materializa y una fecha con lucha y hora conducen al abismo del repaso vital. Una sensación semejante a ver un resumen completo de varias temporadas de tu serie favorita o secundaria, con lo que ello supone. Y lo que es peor, de espectador u oyente pasas a sujeto activo de la historia con el componente de pereza narradora. Pero el rizo sobre el rizo es cuando te das cuenta que tu vida no avanza y la del otro interlocutor ha dado un cambio radical que ni el programa basura del mismo nombre. Son los gajes de la película de nuestros días.
¡Feliz fin de semana! Haz lo que quieras o debieras, pero piensa en tu país y vota para Eurovisión. Con cabeza. Para más información, visite a SemiSueca.
2 comentarios:
¡Gracias por el apunte!
Pero eso de "pensar en tu país" a la hora de motivar el voto pro-Eurovisión es en mi opinión exagerar un pelín...
Yo lo que pienso es que hay que votar para evitar que vaya algún friki que baje el nivel de una competición plagada de buena música, relaciones interculturales y espectáculo de primera.
Digo que SÍ a una Eurovisión como gala musical, pero NO a una Eurovisión como escenario de favoritismos políticos o orgullo patrio desmesurado por encima de otros.
Y en otro orden de cosas: a mi también me han arrancado el corazón, que genialidad hecha música sobre el escenario!
Un besote pre-melodifestivalen ;)
nuestros corazones son de globo no porque estén llenos de aire, sino porque se estiran y se estiran para que entreis todos.
Y la guitarra no está customizada, lo siento. Es que tiene más tiritas que la momia de tutankamon.
Un placer teneros allí.
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