El calendario laboral no es semejante para todos los que supuestamente lo somos. La circunstancia o la mala suerte hacen que algunos trabajemos cuando el resto vive el momento seta, sufriendo los calores y las idas y venidas intrínsecas de un trabajo de non stop. Pero al menos, sin esperarlo y cuasi desesperado, el mandamás te permite evadirte de ti mismo y atrapar al vuelo unos días bien codiciados para, al menos, desconectar. En esas me encuentro, cerrando una etapa profesional y abriendo una breve de escapismo personal. Todo para dar paso a nuevas realidades y momentos que en soledad o comandita harán más vividos los meses venideros.
Y volver a otros orígenes, con gentes cercanas y de cariños inmensos, a rincones bien conocidos y otros tantos por descubrir, a la espera de vivencias muchas y magníficas. Todo en otras calles, colores, olores, sabores o sin-ídem... Pero sabiendo que la burbuja de lo exprés se acaba y más vale aprovechar el cúmulo de instantes. Lo intentaré, aunque el tiempo siempre es injusto y vuela alto. Tanto como para convertirse en incalcanzable.
Cansado estoy de muchas cosas, personas, espacios, silencios, dudas y dramas. Lo mejor será la lejanía, el más allá previsto y consciente para afrontar lo que vendrá sin ánimo de más.
1 comentario:
La soledad consentida es uno de las más sabrosos manjares de la vida, uno se debora a sí mismo con el mayor de los deseos.
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