sábado, mayo 17, 2008

Camina que algo queda

Nunca fui un buen caminante. Quizá me perdía la inmediatez, no sabía disfrutar de la lentitud de los pasos -difícil en mi caso, casi siempre acelerado- o asqueado por el vacío de contenido de las idas y venidas. Quizá entonces no tenía adyacentes necesarios, a la altura, ni ganas de disfrute de la soledad bien entendida. Pero para salir del infierno hay que caminar, con paciencia y sin la agonía de la luz invisible. Con la certeza de que en algún punto, como recompensa al esfuerzo, iluminará tu rostro y removerá tus emociones.

Por fin veo luz. Tímida, pero seductora. Coqueta y al tiempo misteriosa. Pero ahí está, despertando mi letargo y conquistando mis pasiones. Dicen que lo bueno se hace esperar, y ese efecto lumínico es fruto del tiempo, de los sinsabores, de las lágrimas, las negaciones, las angustias y las dudas. Quizá sea la única manera de hacerse el encontradizo con esta sensación de candor.

Ahora recorro las calles, absorto en mis mundos, musicalizado y enrraizado. Consciente de que algo está cambiando. Quizá yo mismo. Que la madurez no es un concepto abstracto, sino asumible e integrador. Y es que el producto de este tiempo y de esta ruta bien merece el propio análisis, con la plena idea de uno mismo. Sabedor de la quema de etapas. Del salto de vallados imposibles. La destrucción de muros, unos intolerantes, otros absurdos. Ante la adversidad sale ese punto de héroe de lo cotidiano, el mismo que pisa un charco, se choca con un árbol o tropieza entre el asfalto caduco. Es lo que tiene el recorrer, pero la fortuna de salir airoso y reforzado bien merece cada tropiezo. Los mismos marcados a fuego, pero deconstruidos para bien.

Sigo mi camino. No veo el horizonte. Afortunado soy.

1 comentario:

NityaYang dijo...

SUPINO.
Ha sido la única palabra que he echado de menos ;)
No sólo tu prosa ha adquirido elegancia, soltura y más de tu ternura, sino que se aprecia un salto importante. Estoy muy orgullosa de vos: del hombre, del amigo, la persona, el alma y el soñador trémulo.

Te quiero