Siempre lo tuve claro. Quizá el tiempo me ha dado la razón. O ha reafirmado este concepto tan manido y que tan bien ficcionó la gran Uma subida a su tranvía, el mismo que transitaba entre deseos. Ahora tengo la fortuna de pilotar un tranvía metafórico, que emana de los deseos de una cabeza creativa en lo audiovisual y ejercitar el sentido último de esta bondad. Con la suerte de que la confianza es sobre seguro y en la incógnita pero con resultado más que óptimo. Y es que gracias a los buenos conocidos y los desconocidos por descubrir estoy creando un gentío curioso que apuntalarán mi travesía.
Pero resulta extraño cómo en una situación de tensión y de duda permanente salen los frutos del campo de lo social labrado a fuego, sudor y lágrimas. Dando sentido a todo lo que no lo tuvo y proyectando hacia el horizonte de la próxima creación. Y el saberse cercano a personas con buena entrega o más, y disposición y talantes constructivos anima y elimina los nervios. Los mismos que siempre atrapan, que se antojan necesarios, porque ir por la vida sin esa punzada supone un estanque vaciado.
La suerte me sonríe y aún no creo lo que me pasa, lo que vivo y lo que me espera. Es mi realidad hiperreal, superada en sí misma y sin límite. Ni en el mejor de los sueños podía imaginar hace sólo unas semanas lo que tengo entre manos, que me quema, que pide ver la luz y tener una voz ininterrumpida. Todo se andará o se emitirá.
Gracias por estar ahí y os espero aquí.
1 comentario:
;)
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