El fortunio o infortunio del día a día nos hace saltar contextos y olvidar la esencia de muchas situaciones que dan sentido a eso que llamamos vida. Que en sí suena profundo pero que en realidad es mundano y del todo palpable. Por eso hoy no dejé escapar la sorpresa de la inmediatez y el hecho de reunirme con un trío de primeras espadas de la cercanía, la sonrisa, la complicidad y el chascarrillo. Con ellas, porque son en a la generalidad de mis cercanías latentes, tuve la sensación de que el mundo no se equivoca, quizá algunos mamarrachos que pasan con zancadas y arrolladora actitud de mal, dejando damnificados en su ruta.
Por eso lo mejor es pasar de las negatividades que algunas mentes malpensantes intentan tatuarnos en la frente. De ahí la necesidad de obviar eso que nos impide crecer y disfrutar las pequeñeces que son máximas, las mismas que nos regalan momentos, frases, miradas y sensaciones únicas. Una suma que no siempre es posible por las circunstancias, agendas, tiempos, destinos... pero que se repite con exactitud metafórica en cada reinterpretación del contexto y sus contextualizadores.
Perdido o no en mis paranoias de lo que me pasa o me deja de pasar, lo cierto es que saberme querido y bien rodeado, lejos de dimes y diretes y rancismos impropios, me siento reconfortado. Y con la lección aprendida.
1 comentario:
¿Pero qué te ha pasaoooooooo?
Ví ayer el 90% del programa (genial el estreno de Rutus) y tengo una megachorrada que comentarte... Papa llamaaaaaaaaa
Besos y suerte que no la necesitas
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