Sin necesidad de comunicado oficial ni de pantomima pública hay quien opta por cortar por lo sano en el submundo de la mentira propia con tentáculos ajenos. Y así por mucho que uno sea un MariChalado o una Infantonta sabe que hay historias que caen por su propio peso. El punto de giro definitivo es el adiós al engaño enquistado y a la ceremonia de la confusión cardiaca. Más allá de los regios con aires rancios y significaciones prehistóricas, son muchos los anónimos que sustentan sus realidades sobre una falsedad de cara a la galería. Todo sea por mantener el orden público y privado y no salirse de las reglas marcadas a fuego en una sociedad que sigue rezumando rancismo por los cuatro costados.
Es triste que matrimoniadas y ennoviaciones tengan una base ficticia que esconde amantes o juegos de chapas con nocturnidad y alevosía. Una espiral insana de la mentira conyugal sin preguntas ni respuestas como principio del fin. Pero poderosas circunstancias son las que impiden a que los caminos se bifurquen sin alharacas, por mucho daño causado o por causar. Lo mejor, siempre, es dotar de sinceridad a toda relación. Porque cuando uno se adentra en ocultaciones y dobles vidas se pierde el sentido último de lo que, a mi juicio, tiene que ser una pareja: dos seres queridos, bienavenidos y sin ánimo de culpa. Lo demás son parches y ficciones dolorosas porque siempre hay un amador desengañado frente al pasota emocional. Cabe la posibilidad del pasotismo dual y la apariencia bajo contrato, de lo que tanto saben políticos venidos a más o artistas con miedo a mostrarse tales cuales.
Así que la realidad de los cariños impostados es cruel para los propios protagonistas que se niegan la posibilidad del querer limpio y sin ocultismos baratos. Quien sale de Guatemala y transita a Guatemejor se da con un canto en los dientes por sentir sin dobleces ni puntos de fuga. Más vale amar poco y bien, que supuestamente mucho y de saldo. Por eso un cese temporal de la apariencia conyugal a tiempo bien merece un aplauso o una exclusiva.
Es triste que matrimoniadas y ennoviaciones tengan una base ficticia que esconde amantes o juegos de chapas con nocturnidad y alevosía. Una espiral insana de la mentira conyugal sin preguntas ni respuestas como principio del fin. Pero poderosas circunstancias son las que impiden a que los caminos se bifurquen sin alharacas, por mucho daño causado o por causar. Lo mejor, siempre, es dotar de sinceridad a toda relación. Porque cuando uno se adentra en ocultaciones y dobles vidas se pierde el sentido último de lo que, a mi juicio, tiene que ser una pareja: dos seres queridos, bienavenidos y sin ánimo de culpa. Lo demás son parches y ficciones dolorosas porque siempre hay un amador desengañado frente al pasota emocional. Cabe la posibilidad del pasotismo dual y la apariencia bajo contrato, de lo que tanto saben políticos venidos a más o artistas con miedo a mostrarse tales cuales.
Así que la realidad de los cariños impostados es cruel para los propios protagonistas que se niegan la posibilidad del querer limpio y sin ocultismos baratos. Quien sale de Guatemala y transita a Guatemejor se da con un canto en los dientes por sentir sin dobleces ni puntos de fuga. Más vale amar poco y bien, que supuestamente mucho y de saldo. Por eso un cese temporal de la apariencia conyugal a tiempo bien merece un aplauso o una exclusiva.
2 comentarios:
Chico, cómo estás, y eso que yo de romanticismo,poco.
El amor no tiene medida. Lo hay o no. A partir de ahi...
La verdad es que tienes razón, vale más amar poco y bien que mucho sin sentido. Aunque lo de crear historietas del corazón y demás aventuras es simplemente la forma de vida de muchos personajillos que no se dedican a otra cosa... en fin, menudos individuos...
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