Contra la anemia social o la carestía anímica nada mejor que desempolvar viejas glorias del celuloide. Porque el cine corre tanto que entierra con desdén a buenos títulos que a corto plazo pasan al archivo olvidable. Por eso siempre es terepéutico volver cual Almodóvar a cintas que consiguieron ese efecto enganche que imprime el pasaporte a la memoria personal en fotogramas. Así que de entre mi pequeña pero intensa videoteca he rescatado estos días dos títulos desiguales pero importantes en mi iconosfera particular.
El sábado, el día en femenino, quise hacer un guiño a la causa con un pase vip personificado de 'Princesas', trabajadoras al fin y al cabo aunque fuera de las calles y de los bajos instintos maschistas. No necesitan tener z en su nombre ni impostar su rostro por protocolo, lo suyo es la normalidad descarnada. Es una película grande, con un argumento que puede ser simplista pero que integra una realidad mayúsculas, de trago amor y sentimientos encontrados. Un paraíso con o sin tetas en el que se refleja el submundo del negocio del sexo primario y las dimensiones de marginalidad que esconden un dolor agudo. Sobran las palabras. Y las lágrimas.
Hoy, para escapar de la resaca del tsunami bipartidista y los periodistas en nómina parcial, aposté por la revisión de 'I Love You Baby', casi la continuidad fílmica de los directores de 'Sobreviviré'. Y aunque no consiguen el mismo nivel, sí retratan nuevos personajes heridos en la búsqueda del amor romántico, en una lucha sin cuartel por la felicidad. Que alcanzable o no, se antoja dura. Se trata de un mix de sexualidades y personalidades con concesiones de lo más frívolas que vienen a romper un relato en el que subyace que los límites de la pasión sincera no existen. No entienden de morales ni géneros. Para ver, en compañía. En el lecho de la soledad se atraganta.
Pero no todo iban a ser retazos pasados de la pantalla grande. También hay que actualizarse y abrir el abanico a todo género. Y como soy de gusto ecléctico, el domingo visioné '27 vestidos', con la que inauguro la mini-sección 'Cinefilia Contextualizada', una breve crítica de mi último visionado en butaca de honor. Y qué decir de ella, pues que me quedo con la belleza del dúo protagónico: Katherine Heigl y James Marsden. Por mucho que la escriba el guionista de la necesaria 'El diablo viste de Prada' no tiene ni punto de comparación. Aún así divierte y enternece. Pero, una vez más, tiene efecto de sueño en soledad para los solteros sin remedio o remediante.
Y con todo esto sólo puedo añadir una frase de regalo impropia: ¡Arriésgate a ser feliz!
3 comentarios:
Gracias por aclararme mi duda en este post (me refiero a la anterior comentario que hice sobre si habías visto esa peli o no).
Repito lo dicho sobre ella, una lástima no haberla disfrutado contigo.
Besos ;)
Uff, el cine. Yo no sé como sigo llorando tanto con esta falsa realidad. No lo entiendo. Si lo llego a saber, en lugar de ver el domingo La joven Jean Autin, con la que me cansé de llorar- ojos rojos incluidos-, hubiese optado por tu elección. Quizás algo más empalagosa pero mucho menos dañina para el lagrimal. En fins...que me apunto la peli.
Y gracias por tu frase. Es muy acertada.
Desde Cádiz...
Te he visto en la tele...
Me he reído mucho cuando has hecho la publicidad de Coral mientras la presentadora se reía. Has estado genial e incluso mucho más relajado que otras veces. Se nota que te gustaba el tema.
Tarde, pero te sigo, justo salió a las 23:30 cuando dijiste. Estos días ando muy ocupada, ya te mandaré un email con detalles, pero es que no paro de mañana a noche, te cuento, hablamos.
Besos de ocupación ;)
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