lunes, marzo 03, 2008

Revisita propia: Contra la intolerancia sexual

España es uno de esos países en los que la gente se siente ofendida cuando las personas se salen de los estereotipos que a base de machismo rancio la sociedad ha creado, es decir, los hombres y mujeres heterosexuales, con función vitalicia de procrear y no dinamitar la especie humana. Pues bien, hay que decir, que junto a estos respetables heterosexuales prototípicos existen otras personas con tendencias sexuales antagónicas a ese modelo sexual preponderante, como son los homosexuales. Se trata de personas tan respetables como las primeras, ciudadanos con derecho a vivir su sexualidad y su vida con total libertad.

Hoy en día es muy común la hipocresía, refugiarse en una supuesta tolerancia respecto a la homosexualidad con la coletilla: ¡Tengo muchos amigos homosexuales! Pero ello no es más que una careta que oculta una homofobia basada en el desconocimiento. Algunos tildan a gays y lesbianas de personas anormales, pero está claro que la normalidad es subjetiva, depende de los ojos que miren. Este siglo XXI el colectivo homosexual fomenta su visibilidad y lucha por unos derechos que le corresponden, siendo inconstitucional verse desprovistos de ellos. Pero claro, a quién le importa, como dice la canción de Alaska y Dinarama. Pues al 12% de la población española, todos ellos gays y lesbianas que, en su mayoría, tienen que enfrentarse al rechazo de una sociedad que no está preparada para aceptar la diferencia.

Pero esta intolerancia sexual y la homofobia encubierta vienen representadas desde estamentos superiores, e incluso son practicadas por muchos gays y lesbianas, que desde sus puestos gubernamentales o artísticos se ven obligados a encerrarse en el armario. Todo cambiaría si la visibilidad de este colectivo fuese apuntalada con estos referentes sociales de gran calado social y político, que son numerosos. Pero han de refugiarse en el marketing comercial y la disciplina de partido. Allá ellos y ellas, sólo se niegan a sí mismos. Como lo hacen aquellos votantes homosexuales que conceden su apoyo a quienes rechazan sistemáticamente la realidad gay y las demandas del colectivo, cifradas en la adopción y el matrimonio.

Basta ya de tanta hipocresía. Es necesario erradicar esta intolerancia sexual, más cuando se tienen casos cercanos de cómo son gays y lesbianas, personas, ante todo. No bichos raros, ni seres enfermos. Sólo se trata de hombres y mujeres, chicos y chicas, que desarrollan sus afectos hacia personas de su mismo sexo, que aman y sufren como el que más. Y eso no supone ningún delito. Y sí, tengo muchos amigos gays y lesbianas, pero no soy homófobo, que conste.

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Este texto pertenecía a mi serie de (sin) comentarios en mi primera página personal en Internet, hará cerca de cinco años. El panorama puede que haya cambiado. Pero, no nos engañemos, no tanto. Bien es cierto que ahora es posible casarse y adoptar pero hay quien quiere cercenar esos derechos humanos por un planteamiento rancio. Buscan imponer su moral y la familia nuclear y olvidarse de las realidades de vida. Por eso no quiero dejar pasar que en estos momentos tan sensibles hay que recordar que mi felicidad y la de tantos iguales está en juego. Así que el voto es una responsabilidad, un sentimiento y la capacidad de crear en una sociedad más justa, igualitaria y moderna. Que la tolerancia sea cero con planteamientos neandertales y apocalipsis impostadas que buscan reforzar antiguayas estructurales. Creo en mí y en otros como yo, como herramientas de una vida más justa, sin miradas de incomprensión ni chascarrillos de mariconería denostada.
Seamos mejores, vayamos a más y creemos en que un mundo mejor es posible. No a la sinrazón, por mucho que enarbole el corazón. Adiós, hipocresía.

3 comentarios:

Neraka dijo...

No a la hipocresía ni a la intolerancia en otdos los aspectos de la vida. Que cada cual viva a su manera, desde el respeto al otro.

Hay que respetar tanto a modernos como tradicionales. A veces pecamos de progresistas y olvidamos respetar a aquello que tienen otras ideas más tradicionales (siempre las que están dentro del respeto).

En la lucha por la igualdad y la tolerancia, se dan muchos casos de intolerancia por parte del que la demanda. Yo, como mujer, pocas veces me siento identifica con las "feministas", que pidiendo igualdad, terminan promociando el sexo de la mujer como superior. Yo no quiero ser como un homre, ni mejor que él, sólo quiero los mismos derecho como ciudadano. No me importa si se habla en masculino o en femenino, me preocupa si cobro menos que mi compañero varón. Pero también me preocupa la escasa, pero existente, discriminación positiva de las mujeres. Muy bien por el permiso de paternidad, porque ellos también son parte ello y muy mal porque las custodias casi siempre se las lleven las madres (en que lugar dejamos la importancia del padre/ cónyuge?)

Bien por la libertad sexual, pero que nadie te mire mal porque tú te quieras casar por la iglesia o a esperar al matrimonio para tener hijos.

Bien por la mujer trabajadora, pero mal por quien mira mal a una mije que decide libremente quedarse cuidando exclusivamente a su casa y su familia. O a un hombre.

Hemos olvidado que la libertad se basa en la opción a decidir. Cada uno puede decidir lo que quiera dentro del respeto y nosotros no somos nadie para juzgarlo.

SemiSueca con frío dijo...

Olé y olé... ante palabras como las de neraka o las tuyas, eSe, poco tendré que añadir.

Cualquier cosa sería mínima ante estas grandes y certeras reflexiones, bien dichas a tiempo en un momento de reflexión electoral que espero no de victorias a partidos quita-libertades que puede que establezcan modelos de familias de la era del abuelo Patxi.

Ayer vi por YouTube el debate electoral, aunque poco saqué en claro, demasiado denso por momentos a mi parecer. Muchos puntos ni se tocaron, o si hablaron de ello me lo perdí, véase libertades sexuales, religiosas, etc.

Un beso fuerte y sí a la libertad de cualquier tipo, a la que añade derechos y no quita otras libertades. Por qué algunos no entenderán esto de una vez?

Anónimo dijo...

¿Hay que perder el modelo de familia tradicional para dar libertad a los homosexuales? ¿Es beneficioso hacerlo? Las personas que hayan contestado NO a estas preguntas no son las únicas que ya se han quedado rancias, son rancias en sí las cuestiones. En el siglo XXI no existe ya el modelo de familia tradicional. Divorciados con hijos, madres solteras, parejas de lesbianas, parejas de gays con madres "de alquiler",..., tantos tipos de familia como personas hay en el mundo. Por lo tanto es ya una realidad social. No se trata de dejar claro que es bueno o no (que eso dependerá del ojal por el que se mire), no se trata de dar o no derechos a personas que podrían encontrarse en una realidad futura (que sería aconsejable adelantarse a ello) se trata de dar solución a los déficits legales en familias ya existentes. Basta ya de proclamar una familia todopoderosa e inamovible de cuento de hadas y echemos un vistazo a la realidad que nos rodea. Que no nos pongan una venda en los ojos: la familia tiene problemas, pero no son los homosexuales, es la hipocresía de no dejar al ser humano ser natural y feliz. Porque dar libertad da miedo pero es necesario, dar libertad es confiar y apostar por otro ser humano, dar libertad es de valientes.

Bruno