martes, marzo 04, 2008

Ser o no ser



No es que me hayan insuflado teoremas del lobby gay, pero estos días me sale reflexionar sobre la gaydad en toda su dimensión. Hoy, en una tarde lluviosa y poco animosa, me dio por ver Hard Pill, una película que podría protagonizar un servidor mismamente. Un joven gay se siente solo en la inmensidad de su círculo social y lamenta la ausencia de un robinsón en su isla latente. En un intento desesperado por encontrar la felicidad utópica, se ofrece como cobaya en un experimiento científico que mediante una pastilla convierte la homosexualidad en heterosexualidad. Una barrabasada, un despropósito, dirán unos. O un avance necesario y aplaudible, copensarán otros. Aunque sea como sea el debate llega a la calle y a la vida del protagonista que ve cómo toda su estructura personal da un giro. Y nada es lo mismo.

Personalmente creo que está bien que se reflexione de un tema así a través de la ficción. En los intentos de realidad virtual la polémica siempre acompaña a las ganas de cambio de acera por la cuasi fuerza. Algunos conciben la homosexualidad como una elección. Como sujeto activo en la historia puedo decir sin ánimo a equivocarme que jamás nadie me plantó ante un camino bifurcado a la consquista de mujeres de toma pan y moja o de hombretones cortarespiración. No es lugar éste para plantear un calado debate sobre la base de esta orientación no convencional, pero común porque, de una u otra manera, nos rodea. Nunca he querido desentrañar el intríngulis de si lo motivan los genes, el entorno o el vicio. Opción, ésta última, que quisiera eliminar como motivo de fuerza para el planteamiento emocional de la sexualidad. Otra cosa con los vicios adquiridos o las bajas pasiones desenfrenadas.

Si no pienso en la base de mi sexualidad homosexualizada quizá sea para no torturarme. Quizá en mi juventud no iniciática y confusa me sintiera un bicho raro. Aunque mi memoria selectiva e histórica me lleva a recordar, de siempre, me pasión oculta por lo masculino. Nunca forcé nada, aunque puede que aspirara a cambiar de chaqueta, con amores platónicos y femeninos. Siempre postergados por los ángeles de mi olimpo. Quizá mi vida hetero fuera más sencilla. O no. He llegado a un punto en que no necesito dar explicaciones ni mejos justificaciones. Que miembros de mi entorno no me toleren y quieran taparse los oídos ante mi realidad, me resulta duro pero jamás renunciaría a mi felicidad por mentalidades neolíticas. Por eso lo de ser o no ser, querer o no querer creo debe estar siempre en un segundo plano. Lo mque cuenta es el sentimiento sin importar el nombre del sujeto amado. Y que una pastilla modifique conductas y placeres es del todo estéril. Un sinsentido en sí mismo.

Yo soy. ¿Tú eres?

2 comentarios:

SemiSueca con frío dijo...

¿Y que sería yo sin ti?

Te echo de menos, un beso siamés ;)

Anónimo dijo...

Ninguna vida es fácil, y no creo que los heteros sean más felices o se encuentren menos sólos. Puede que ni siquiera se sientan aceptados por gordos, flacos, por edad, por trabajo, por calvos, o porque les gusta comer caramelos de menta. La vida no es fácil; hagámosla dovertida al menos.
pequeño rocanrol