Ponerse frente a las palabras no
siempre es fácil. Ocurre también con las personas, especialmente las que te
importan. Esas que causan en ti fenómenos difíciles de describir en lo literal,
pero capaces de darte la vuelta en un nanosegundo. La vida me impuso una nueva
ausencia, de difícil digestión, pero el pisado, pisado. Y aquí estoy,
practicando el carpe diem y luchando por muchos proyectos ilusionantes y
conseguir olvidar. Solo así seré yo, en mi mejor versión, esa que he ido
bocetando, con la ayuda de tantos cómplices, que en el tiempo me han enseñado
que en esta vida estamos solos, pero eso no implica más que nuestra soledad es
nuestra fortaleza. Luego vienen los guerreros que se suman a las batallas y las
mejores verbenas de sociedad. Pero el yo gana y tiene que estar fuerte, en su
sitio y comprendiendo que no será fácil, pero el reto lo hace más divertido.
Por una vez, que recuerde, tengo fuerzas y ganas para afrontar esta afrenta de
lo real, con madurez y sentidos. Quizá el oído un poco tocado, porque aún sigo
bastante teniente, pero me veo con armadura suficiente para saltar a la arena y
hacerme grande frente a los leones. Mi versión gladiador no renuncia a los
sentimientos ni a esa sensibilidad, marca de la casa, porque mi ángel de la
guarda me enseñó la gran lección con esas herramientas “sé tú mismo y serás único”.
En el camino conocí historias que no
deben ni pueden ser contadas, pero que demuestran que lo que celebramos mañana
puede haberse convertido en nuestra peor pesadilla. Cordura, amigos. Conciencia
del ser y de todos, como colectivos. Seguimos en pleno panorama deplorable, con
mandamases de chiste y algunos titulares que ni las mejores pinzas pueden
sujetar. Así que concentremos fuerzas en ese yo que paseamos, muchas veces
errante, silencioso o en horas bajas. Necesitamos energía y una sonrisa enorme,
aunque en mi caso no me salga frente al espejo, ni en las malditas autofotos de
moda. Buscaré profesionales que me den técnicas de risas y desconexión, la
mejor vitamina que puede existir. Yo quiero un cese temporal de la convivencia
con el ordenador, porque esta relación me gana y aquí sólo puedo quedar uno.
¡Hagan sus apuestas!