domingo, mayo 27, 2012

De eso, no



La teoría de la evolución resulta de aplicación desigual entre la masa humana. El tiempo deja a su paso tanto sabios como lelos sin remedio. Nos perdemos en argumentos absurdos, nos aislamos por orgullo, callamos por soberbia y finalmente nos amargamos. Es un bucle infinito y superable, pero depende de la capacidad empática de todos nosotros. Habitualmente somos incapaces de entender el momento ajeno, de ponernos en situación y trascender todo eso. Llenamos nuestras mochilas de contradicciones y tonterías supinas, en lugar de pequeños grandes momentos. Esos que nos alegran el existir, a los que podemos poner nombre y apellido, kilometraje o compañía. Pero nos cuesta el clasificarlos y etiquetarlos para consumo feliz. Es más fácil caer en la frustración, en el victimismo y en el vacío autoimpuesto. Me niego a caer en eso impulsado por entes ajenos, incapaces de hacer del hoy su mejor inversión. El ayer pudo estar bien, el mañana promete, pero si descuidamos nuestro presente y no somos capaces de darle un contenido feliz nuestro devenir resulta una tortura. Los días limpian nuestro álbum de cromos, quedando la verdadera esencia de quienes son y están sin esperar nada. Ellos nos impulsan y hacen mejores. Los que se pierden acaban enjutos y desdibujados, regurjitados en su propia amargura. De eso no, gracias. Abramos ventanas, respiremos profundamente y miremos con limpieza este mundo de polisemia.

martes, mayo 15, 2012

Familia no hay más que una



La familia sanguínea resulta, muchas veces, un pozo de sabiduría. Otras un cúmulo de historias raras, raras. Pero siempre una oportunidad de extraer conclusiones. De pequeños las cosas pasan y los mayores te impulsan a mirar hacia otro lado, a colorear la realidad y olvidar los trazos gruesos. Con los años y los bandazos el análisis de la realidad sale a flote solo. Son los días de reunión maquillada la ocasión perfecta para escenificar envidias, malas babas, inquinas enquistadas, carencias emocionales, silencios absurdos... Una mezcla que agitada resulta una bomba de relojería. 

Por suerte siempre hay personajes de Almodóvar, chistes a destiempo, estilismos de salir corriendo o manifestaciones ridículas que suplen con creces el malestar genérico. Es lo que salva la situación, lo que impulsa la continuidad. Apearse de ese estado de las cosas y las gentes no es suficiente para romper el lazo. Al final siempre acabas por asumir a los tuyos como el peaje de ser tú mismo. Y mientras sigues buscando tu mecanismo, el mismo que te inmuniza frente a tanto surrealismo.

domingo, mayo 06, 2012

Querida Concha



Imaginar más de medio siglo sobre los escenarios, haciendo de tu vida una constante ida y venida, con focos y flecos, tacones y pintalabios rojos. Es la mejor carta de presentación de Concha Velasco, algo más que una dama de la interpretación, una showoman capaz de reinventarse y epatar con su público. La primera en reírse de sí misma y airear sus 72 años enfundada en unas medias negras tupidas y una sencilla blusa de raso crudo. No necesita más, ella lo es todo. Una vida de guión, que vertebra su musical a medida, 'Yo lo que quiero es bailar'. Tras su visionado uno tiene ganas de dar brincos, retomar ilusiones y olvidar sinsabores. Con pasión y vocación artística la vallisoletana ha sido capaz de transgredir su propia biografía. Yeyé y más. Con o sin Goya, no necesita más que interpretar su mejor papel, el de Concha, para saberse pieza clave del entertainment patrio.

Y qué decir de ella en las distancias cortas. Profesionalidad no, lo siguiente. Un torrente de cariño, el que regala y que necesita para seguir tomando el pulso a su realidad en celuloide. Era nuestra segunda vez, dos años después, y me encontré a la misma mujer vital, optimista, de ojos chispeantes. Maestra y coqueta, fiel a su lado bueno. Recordé mi infancia de simulacros espectaculares, reproduciendo los grandes formatos televisivos que la chica de la Cruz Roja compartía con millones de espectadores. Audiencias impensables hoy con formatos blancos de esencia y explosivos en color. Se emocionó. Mi nostalgia de aquella frivolidad inocente sumaría a la de miles, millones, que en tanto tiempo han puesto rostro a su público entregado. Entiendo que una cómica, en el sentido primigenio del término, ha de sentirse pletórica al saberse útil. Y sí, volver a aquellas noches frente a la tele era entender que la Velasco puso en mi la curiosidad por saltar el cristal. Compartir encuadre a su lado resulta hoy todo un honor. 

Habrá muchas Conchas, pero Velasco sólo una. La Conchita que falseó su DNI con 14 años, entregada a su pasión de bailar. Era el principio del fin infinito que nos regala desde entonces en cada uno de sus trabajos. Que no se cierre el telón...